Fue pitar Arcediano Monescillo el final y desalojarse el palco para que el presidente Christian Lapetra, el vicepresidente, Fernando Sainz de Varanda, y los consejeros Fernando de Yarza, Fernando Rodrigo y Carlos Iribarren, se quedasen en una clara e improvisada reunión. No es la primera vez que se da un cónclave similar, pero casi nunca se había visto con el pleno del club y, sobre todo, ninguno había sido tan duradero. La entidad, de momento, mantiene a Popovic en su puesto, aunque nadie niega que un mal resultado ayer hubiera supuesto su adiós, igual que un mediocre partido ante el filial del Athletic puede acabar con esta etapa.

Popovic respira, pero debe ganar un crédito que tenía bajo mínimos, aunque desde la entidad se valoró muy positivamente el triunfo y la respuesta del equipo en un momento tan delicado, algo que no es la primera vez que sucede. Ya se vivió en Lugo o ante el Alavés. Pero esta vez hasta se hizo con mejor fútbol. Sin embargo, preocupa, y mucho, el ambiente que se ha generado en La Romareda. Y de eso se habló ayer también en ese cónclave, de los cánticos contra Ranko, que desde el club se focalizan sobre todo en dos peñas (Ligallo y Colectivo) y de la respuesta con pitos de parte de la grada a esos cánticos, que se ve con buenos ojos en el Zaragoza, porque se considera que prima claramente el equipo sobre las personas, esté quien esté en el banquillo.

Desde el club no se ve aún necesario salir a reforzar públicamente a Popovic como medio para calmar las aguas, una señal clara de que sigue expuesto. San Mamés marcará un examen más y la cuerda se puede romper el 7 de diciembre, por mucho que el club no considera a Popovic el único problema si hace un análisis más profundo y se mira la configuración de la plantilla, la falta de un punta más, las lesiones, una proliferación ya vivida el curso pasado que apunta a los criterios de elección de futbolistas, la irregularidad en la aportación de jugadores claves...