Para calificar de excepcional la decisión de Víctor Muñoz de alinear desde el principio a dos delanteros tan próximos en el perfil físico y deportivo como Borja Bastón y Willian José, se tienen que dar un par de condiciones innegociables: una continuidad prolongada de esa apuesta y el éxito de la sociedad. Por el momento, en los dos partidos que el técnico les ha hecho coincidir en el once de principio a final, contra el Alavés y el Llagostera, el Real Zaragoza ha iniciado una mudanza de piel ofensiva. No ha aumentado demasiado la eficacia rematadora, pero se ha elevado su llegada y su capacidad de intimidación. Borja, libre de la laca fijadora que le echan los centrales cuando actúa solo, ha sumado dos goles que valen seis puntos y el brasileño, pendiente aún de salir del taller con la aceleración adecuada, han dotado al equipo de una personalidad muy singular.

La apuesta por dos 9 no es común y cuando se opta por esa variante, se busca el efecto complementario: fuerza y habilidad; astucia y velocidad; gol y amenaza... El Real Zaragoza ha ido aún más lejos al desafiar las leyes atacantes con dos tanques, cada uno, eso sí, con sus peculiaridades. Por lo general hay un rechazo en esa operación porque dos futbolistas de referencia quieren hacer valer su ego, marcar su terreno, reclamar el protagonismo de todo delantero alfa. Por poner un ejemplo no tan lejano y que dejó secuelas en la selección argentina, Batistuta y Crespo, dos animales del área, fueron condenados, entre otros por Bielsa, a distanciarse. Este pasado sábado Valverde intentó la reacción de un Athletic a la baja con la presencia de Viguera y Aduriz. Los arietes fracasaron en compañía con el empate a cero ante el Eibar.

Algo ocurría con el Real Zaragoza antes de que Víctor se decidiera a sacar a la vez todo su armamento pesado. Tenía en la cabeza dar entrada a Willlian José sin esperar a que alcanzara la excelencia física, pero lo hizo sin mover a Borja de su sitio. No hubo órdenes tácticas para que uno fuera el escudero del otro. Pegados sin molestarse, compartiendo y cediéndose los espacios terrenales y aéreos, forman una dupla que ya ha sido productiva y que se anuncia clave para pensar que el destino del Real Zaragoza puede ser otro que el de pasar de puntillas por Segunda. Whalley, Vallejo, Cabrera, Dorca, Galarreta, Eldin... Todos ellos han aportado grosor competitivo según han aparecido en escena, si bien el detalle distintivo lo porta esa pareja contundente que ha sido elegida para liderar la revolución si esta es posible.

Diego Milito y Oliveira marcaron 15 y 18 goles en la temporada 2007-2008, la del penúltimo descenso. Con la prudencia que merece la comparación por la abismal diferencia de categoría con esos delanteros, aquel planteamiento guarda cierta similitud con este. Yordi y Milosevic compartieron titularidad en la primera etapa de Chechu Rojo, aunque de forma intermitente. En la historia del club, hay un pequeño paralelismo antes del nacimiento de los Magníficos, con Murillo y Marcelino en el equipo. El gallego, por entonces, era un jugador de banda. Ahora han irrumpido Borja y Willian José como centro delanteros. Dos tanques con pinceladas de clase a los que se ha subido el Real Zaragoza para encañonar un futuro más ambicioso.