El Real Zaragoza tiene su fútbol claramente imantado en los polos norte y sur, si bien contra el Nástic por el ecuador navegaron a toda vela otros futbolistas que antes remaban para no ahogarse y tres en concreto que llevan tiempo sujetando el timón. Borja Iglesias volvió a demostrar que es un señor delantero de espaldas y de cara a la portería y de Cristian Álvarez... Qué decir. Del portero rosariano, para hacerle justicia, habría que escribir dos crónicas. Una deportiva y otra de sucesos. En el Nou Estadi salió a todas las llamadas de emergencias y se presentó en el lugar de los hechos justo a la décima de segundo de ser reclamado. Apagó fuegos, resolvió crímenes defensivos con huella fratricida y rescató gatos rabiosos en el aire. Marvel debería firmarle un contrato de por vida a este héroe que resuelve cualquier urgencia como si tal cosa. De punta a punta, de la proa del goleador gallego al rompeolas donde el argentino pesca minas submarinas como si fueran algodón de azúcar, en este encuentro sí hubo de esos momentos fantásticos que relata Natxo González tras las noches de tormenta. El salto de Grippo en el primer gol, por ejemplo, un portento de impulso que elevó la cabeza del suizo por encima de la azotea del campo; o las carreras por fin desequilibrantes de Febas, que se hizo Peter Pan y no dejó de soltar púrpura en cada aventura.

La victoria, que permite al conjunto aragonés desprenderse y despedirse de angustias clasificatorias para jugar en un mar en calma, presenta sin duda en su cabecera el cartel de nombres antes mencionado. Sin embargo, la letra pequeña de este triunfo y de la evolución hacia un estado de las cosas más apacible, no merece menor atención porque se pueden disntinguir con claridad los apellidos de tres futbolistas fundamentales para escapar de aquel callejón que hoy parece una autopista de diez carriles. Guti, Lasure y Pombo han formado una sociedad inimaginable antes de comenzar el curso. A los dos primeros los pusieron al final del aula y al mediapunta, en clases de recuperación para que adquiriese modales más profesionales, lo que está alcanzando con inteligente puntualidad. En Tarragona subrayaron la repercusión de su presencia en un equipo que ya no pude desprenderse de ellos. Delmás podría ser el cuarto mosquetero, pero el técnico se ha enrocado en la peor versión de Benito para recuperar al lateral de una vez por todas. Con menos minutos, Julián llevaba un gol válido por tres puntos, una asistencia y media y un comportamiento para al menos pugnar por la titularidad. Tendrá que esperar sentado.

Contra el Nástic fue sencillo vislumbrar el cordón umbilical que une a los canteranos. Jugaron tumbados a la izquierda y resultó un espectáculo singular observar cómo en cada acción defensiva u ofensiva se subían a la misma ola sobre la que han surfeado durante tantos años, la que les ha traído desde categorías inferiores hacia esta orilla que culmina sus sueños. Guti abarcó la tierra con su porte germánico; Lasure siguió en su línea de no permitirse un solo borrón y si mucha rectitud y Pombo le dio causa y sentido a su rebeldía. Juntos, ayudándose en las coberturas, buscándose con el balón y la mirada. En estos tiempos de mercadeo y fichajes exóticos, de apuestas de autor en lengua extranjera, resulta gratificante que chicos que jugaban en el colegio de la esquina ocupen gran parte del corazón de este Real Zaragoza que tanto les necesita.