Conoce bien Natxo González a Alberto Benito y a Ángel Martínez, porque los ha tenido a sus órdenes en el Reus, pero hay un tercer miembro de la actual plantilla zaragocista que no necesitará mucha presentación para el técnico vitoriano, que tuvo a sus órdenes a Manu Lanzarote durante dos temporadas en el Sant Andreu (08-10). Hoy volverá a tenerlo en el vestuario, aunque con un rol muy distinto, ya que en aquel Sant Andreu que rozó el ascenso a Segunda era la referencia indiscutible, mientras que ahora tiene señalada una puerta de salida que el extremo barcelonés se niega a contemplar, haciendo valer el año de contrato que le queda tras una renovación por partidos que se ganó la temporada pasada tras jugar más de 25 encuentros como titular.

Se saludaron Natxo González y Manu Lanzarote cuando coincidieron la pasada temporada en los dos partidos entre el Reus y el Zaragoza, pero lo cierto es que la etapa que los dos compartieron en el Sant Andreu acabó con algunas diferencias entre ambos, teniendo en cuenta que el técnico nunca oculta que es un entrenador con carácter y el jugador ya ha dejado muestras de sobra en su carrera de una peculiar forma de ser.

Así, el entrenador zaragocista sentó a Lanza, la estrella del Sant Andreu, en el partido de ida de la final por el ascenso ante el Barcelona B, donde no fue ni convocado. Y así lo contó en una entrevista a este diario: «Lo senté en la grada en el primer partido de la eliminatoria de ascenso a Segunda División contra el Barcelona B con lo importante que era para el equipo. A eso me refiero cuando hablo de mi seriedad y criterio para tomar decisiones. Si tengo que hacer algo así es porque creo que es lo mejor para el equipo. Se llame Lanzarote o como sea. ¿Si la relación no acabó bien? No acabaría bien por su parte, porque cuando uno no juega se enfada. Eso lo entiendo», aseguró.

Eso sí, dejó claro después que aquel episodio no ha influido en la consideración de descarte para el club que tiene Lanza, un rol que ha sido establecido por la dirección deportiva. «Es una decisión del Zaragoza que yo respeto. No he presionado para que se quede ni para que salga y de aquellos barros desde luego no hay ningún lodo ahora».

Aquel Sant Andreu de Natxo González, donde militaban otros jugadores conocidos para el zaragocismo como Luso Delgado, Abraham o Edu Oriol, estaba presidido por Joan Gaspart y rozó pisar la categoría de plata dos temporadas consecutivas, en la 08-09 y en la 09-10.

En la primera de ellas, acabó tercero en el Grupo III de Segunda B y se quedó fuera en la primera eliminatoria de ascenso, ante el Alcorcón. Aquella campaña Lanzarote disputó 37 partidos y anotó 14 goles, siendo el jugador clave del ataque del equipo catalán, tanto por sus goles como por sus asistencias. En el siguiente curso (09-10), el Sant Andreu acabó líder de ese grupo y los penaltis le apearon en la eliminatoria de campeones, donde subió la Ponferradina. Después, eliminó al Universidad de Las Palmas y cayó con el Barça B, tras la derrota en el encuentro de ida, por 1-0, con Lanzarote viendo el choque en la grada, y el empate sin goles en la vuelta, donde sí jugó. El barcelonés firmó 7 goles en 41 partidos y se marchó al Sabadell en el que estaba Lluís Carreras y donde su carrera ganó más brillo, esta vez en Segunda.

El Nástic y Carreras

Es precisamente Lluís Carreras quien abre una puerta para la salida de Lanzarote, ya que el técnico desea volverlo a tener a sus órdenes en el Nástic, tras dirigirlo en el Sabadell y el Zaragoza. No tienen tan clara, sin embargo, en el club catalán esa apuesta por Lanzarote, que, de momento, se aferra a su contrato asegurando desde su entorno que cumplirá el año de contrato que le queda y se irá el 30 de junio del 2018. El propio futbolista lo afirmó al «99%» en Instagram pocos días antes de acabar la temporada.

Esa posición de firmeza viene a ser lo mismo que exigir el importe íntegro del contrato que le queda, que es uno de los importantes del Zaragoza y que el club aragonés no desea afrontar en su totalidad y busca el acuerdo entre las dos partes. Así están las cosas a día de hoy, cuando Natxo y Lanza se reencuentran con un panorama muy distinto al de hace siete años.