El fútbol tiene caminos inescrutables. La historia de Mickael Gaffoor, de pasado zaragocista, en el filial, aunque sin debutar en el primer equipo y ahora fijo en el Albacete, es otro ejemplo. «Me costó un mundo hacerme un hueco en el fútbol, la llegada a España, al Sangonera, fue mi Dorado». Hasta entonces, hasta el 2007, el central francés (Bezons, 21-1-87), formado en las categorías inferiores del Saint Etienne, no había encontrado su sitio ni ahí ni en el Rodez, de la Tercera gala. Y estaba a punto de tirar la toalla.

«Tenía decidido dejarlo, no había cosas que me interesaban ya. Iba a coger otra vía, entrar en una fábrica y jugar en el equipo de la empresa para que me dieran el trabajo. Era una fábrica de yogures (Senoble). Me hubiera dedicado a cargarlos en los camiones supongo, ya que aún no estaba concretado cuál iba a ser mi labor». relata. Sin embargo, el Sangonera Atlético llamó a su puerta. «Tuve esa oferta, para jugar en Tercera. Y me rescató totalmente. Me embarqué en ese cambio. No tenía nada que perder y salió bien».

Tan bien salió que subió con ese club a Segunda B y, tras ese ascenso, firmó en el 2008 por el Zaragoza, para jugar en el filial que dirigía Manolo Villanova, aunque a caballo con el primer equipo, entonces con Marcelino y en Segunda: «Tenía el apoyo de Antonio Prieto (director deportivo), que fue el que me trajo y empecé a contar para Marcelino para entrenar. El día que iba a debutar en Liga porque se habían lesionado Pavón y Pulido yo me rompí el quinto metatarsiano. Tampoco supe aprovechar la oportunidad del Carlos Lapetra, me puse muy nervioso y me salió un partido terrible. Al final entró Goni, lo hizo bien y ahí se quedó. El fútbol son momentos y el mío en el Zaragoza no lo supe aprovechar», asevera.

Ese quinto metatarsiano le trajo también de cabeza en su segunda temporada en el filial, primero a las órdenes de Gay, hasta que este sustituyó a Marcelino, y después de Ander Garitano. «Me fui del Zaragoza con la sensación de no haber aprovechado el tren. Estaba fastidiado, porque pude hacer más. Es una espina clavada para mí, pero el fútbol depende de tantos factores....».

Celta B, Guadalajara, Numancia, Mirandés y ahora Albacete han sido sus estaciones. Ya sabe lo que es visitar La Romareda, pero hoy lo hará como fijo para Enrique Martín (35 partidos, 32 de titular en esta Liga) y tras superar unas pequeñas molestias. «Siento algo especial al venir. Siempre me pareció un campo espectacular, con gran ambiente y me motiva jugar ahí», explica el central, para asegurar que en Zaragoza su fútbol progresó. «Ayala me inspiró mucho como defensa, pero los que más me ayudaron fueron Pulido y Pavón. Aprendí de ellos».

El Albacete llega a Zaragoza para cerrar su salvación. «Nos falta un pasito. Tenemos que ganar al menos un partido más y jugamos con esa convicción. Queremos solucionarlo cuanto antes para no pasar apuros», avisa Gaffoor, para el que la llegada de Enrique Martín fue una bendición al jugar con tres centrales: «Se pone nervioso, a veces se le sube la sangre a la cabeza y algún día hasta parece que va a explotar», bromea sobre la pasión del técnico, al que ha conocido gracias a su regate a una fábrica de yogures.