El Camp Nou de Reus parecería el sitio ideal para que el Real Zaragoza pueda dar carpetazo a otra aborrecible temporada. No quiere decir que una victoria le garantice matemáticamente la permanencia, pero sí le permitiría afrontar las últimas cinco jornadas con absoluta tranquilidad. La proyección de puntos actual de los equipos en zona de descenso lleva la barrera de la salvación precisamente hasta los 49 puntos, la cifra que quiere alcanzar el equipo de Láinez el domingo por la noche. Parece un campo propicio, el adecuado. Lo dicen algunos datos bien llamativos, sobre todo tres: el equipo de Natxo González no gana en su estadio desde hace más de cien días; solo ha sumado dos victorias en la segunda vuelta y únicamente ha marcado 13 goles en los 18 partidos que ha jugado delante de su afición.

Ha habido un cambio en el conjunto tarraconense. No es el Reus de la primera vuelta, el equipo que dejó una estupenda sensación en La Romareda, donde se le escapó la victoria en el último suspiro por un gol de Dongou. Ramón Folch, con dos dianas, le había dado la vuelta al tanto inicial de Ángel ante un Zaragoza turbado por el orden y el dominio del partido de su rival. El centrocampista goleador en La Romareda ha sido precisamente uno de los nombres que ha sonado para militar la próxima campaña en el equipo aragonés, al igual que los laterales Ángel o Alberto Benito y, por supuesto, su entrenador.

Sin embargo, el Zaragoza no se encontrará el domingo un equipo con la misma confianza que el que visitó La Romareda en noviembre. Entonces se movía con naturalidad en los puestos de playoff. De hecho, acabó la primera ronda de la competición a solo un punto de esas plazas de promoción. Los 30 puntos sumados en las primeras 21 jornadas invitaban más a pensar en una temporada tranquila, quizá para soñar, que en los problemas que le fueron apareciendo poco a poco, que le han llevado a situarse en una situación peor que la del Zaragoza, metido de lleno en la pelea por la salvación.

La primera complicación se la ha elaborado en su campo, donde no ha sido capaz de ganar un solo encuentro en toda la segunda vuelta. De hecho, los cuatro triunfos obtenidos en su estadio desde el comienzo de la competición lo convierten en el peor equipo de la categoría en casa. Es cierto que es un conjunto muy sólido defensivamente (solo 14 tantos recibidos en su terreno, 25 en total), pero su línea goleadora se parece bien poco a la que mostró en La Romareda seis meses atrás. De hecho, es el segundo peor anotador de Segunda División (13 en su estadio, 25 en general).

La última victoria lograda por el Reus en casa data del 15 de enero, cuando se impuso al Almería (1-0) en el choque que cerraba la primera vuelta del torneo. Desde entonces solo ha sumado 13 puntos, distribuidos de una manera que sirve para explicar fácilmente por dónde van los partidos del Reus: dos victorias, nueve empates repartidos en marcadores de 0-0 y 1-1, cinco derrotas.

El encuentro de ayer en el Nou Estadi de Tarragona escenifica virtudes y defectos del Reus, capaz de aguantar entero en el partido y de conseguir la victoria en el último minuto gracias al único tiro a portería. Ese triunfo lo deja con un punto menos (45) en la clasificación que el Zaragoza, le da aire y mantiene al Nástic en zona de descenso con 41.

En cualquier caso, parece un estadio adecuado para que el Real Zaragoza legitime su posición ante un rival que solo ha sumado 5 puntos en casa en toda la segunda vuelta, todos ellos mediante empates: Mallorca (1-1), Getafe (1-1), Oviedo (1-1), UCAM Murcia (0-0) y Alcorcón (0-0). Las derrotas se las infligieron el Girona (1-2) y el Huesca (0-1). El grupo de Láinez deberá demostrar mucha paciencia y mejorar la confianza con el balón, estropeada en la última cita ante el Getafe con repetidos pases hacia el área propia. Será la clave para que su estado físico le perjudique menos y acabe de una vez con el último sufrimiento. En Reus tiene campo abierto