Ni el calor de La Romareda ni el efecto Agné le sirvieron al Real Zaragoza. El fútbol situó al equipo aragonés en su sitio, que ahora mismo no es muy buen lugar. El Reus fue superior, quiso y tuvo más el balón y, lo más importante, supo qué hacer con él. Estuvo mejor situado, encerró al Real Zaragoza en su campo al inicio y luego supo jugar con inteligencia hasta adelantarse merecidamente con dos goles de Folch que retrataron las carencias defensivas del conjunto local. Después solo el empuje, la fe y la voluntad del equipo aragonés consiguieron rescatar un punto.

Por nombre, por historia, no habría comparación posible entre el Real Zaragoza y Reus. Con un balón de por medio, tampoco. El Reus juega mejor al fútbol que el Zaragoza. No fue una superioridad aplastante pero sí la constatación de que un equipo crece con una idea clara y tiempo para desarrollarla. El Real Zaragoza no tiene ninguna de las dos cosas. Defensivamente le faltó consistencia y ofensivamente solo fue capaz de pisar el área rival y crear alguna ocasión en la desesperación final. Antes del 1-2 no había disparado a puerta. El gol de Ángel fue un regalo del Reus.

No parece que el Real Zaragoza tenga un único problema y, por tanto, no requiere una sola solución. No es cuestión, pues, de un jugador o de un entrenador determinados. La llegada de un nuevo técnico suele espolear a los grupos, a los que juegan para no perder el puesto y a los que no por si pueden encontrar su hueco. Raúl Agné no ha sido una excepción y su Zaragoza mejoró al de Milla los primeros días, se le vio más agresivo, más intenso, más competitivo, que es el valor de moda cuando debería ser la base de un equipo profesional. Tras empezar con dos victorias en casa y un empate fuera, el equipo de Agné cosechó una derrota en Getafe y el punto de ayer ante el Reus.

Total, 8 puntos de los 15 en juego. Peor que Luis Milla, que arrancó la Liga sumando 10 puntos de los 15 primeros. Agné no ha tenido una pretemporada para trabajar al equipo. Luis Milla no pudo contar apenas con José Enrique, que ha elevado notablemente el nivel defensivo del equipo. Incluso jugando de central, como le tocó ayer tras la salida de Bagnack. Mover al lateral solucionó el problema central pero abrió otro en la banda. Casado quedó en evidencia ante un simple toque de balón de Benito, que pudo poner el balón en el área pequeña para que Folch rematara a placer.

Los problemas defensivos volvieron a ser evidentes pero no los únicos. El plan de ataque consistió casi siempre en balones largos y frontales en busca de dos delanteros, Ángel y Juan Muñoz, que no cuentan con una estatura elevada y un poderoso físico como principales características. No hubo profundidad por las bandas hasta que salió Edu García al final y el partido enloqueció. El Reus dominó, estuvo mejor asentado y controló el partido. Al Real Zaragoza no le quedó otra que agitarlo, revolucinarlo en los minutos finales para intentar hacer saltar el orden establecido por los aires. Solo así pudo empatar y rescatar un punto que no se había ganado de otra manera. Porque el Reus jugó mejor y puso en su sitio al Real Zaragoza. Ni La Romareda ni el efecto Agné.