No es que sea Lionel Messi, claro, pero es el clásico delantero martirio que en diferentes épocas ha tenido que sufrir el Real Zaragoza. Cedrún se acuerda siempre de Txiki Begiristain, hoy en día director deportivo del Manchester City. Casi todos los demás, al menos los mayores de edad, no han olvidado a Raúl González, que debutó y se retiró en La Romareda y por el camino dejó un reguero de cadáveres en forma de portero. Sirva la metáfora del 7 madridista para recordar los 7 goles que ha marcado Rubén Castro en La Romareda. Hubo un momento, cuando el canario jugaba en el Huesca en Segunda División, y el Zaragoza también, que fue ofrecido al equipo de La Romareda a coste cero. A alguien no le convenció. Cinco años después se sigue preguntando por qué.

El ariete es el jugador estrella del Betis, sin duda. Ha marcado nueve tantos esta temporada y se le entiende como el futbolista con más posibilidades de conquistar el pichichi de la categoría, con permiso de Araujo (Las Palmas) y Borja Bastón. Más allá, es un delantero capaz de deshacer defensas con sus desmarques en largo y sus caídas a la banda. Sobre todo en La Romareda, un territorio que no es inhóspito para él.

Más bien al contrario, porque ya en su juventud, en abril del 2003, fue capaz de marcar en el coliseo aragonés con la camiseta del Las Palmas. Repetiría dos campañas más tarde con el Albacete y lo bautizaría como uno de sus estadios favoritos en el 2008 con el Huesca. Entonces se marcó un doblete. Repitió tres años seguidos con el Betis, en los que incluyó otro doblete y participó en una eliminación de noche nefasta copera, de las de Agapito. Había ganado en Sevilla (0-1) el Zaragoza, de Primera, al Betis, de Segunda. No fue capaz de contener al equipo de Pepe Mel en la vuelta, tras un estupendo contraataque culminado en una escuadra por el ariete.

Sus datos reflejan su extraordinaria categoría como goleador, fuera de La Romareda también. Ha marcado 167 goles en competición liguera, entre Primera, Segunda y Segunda B, en 450 partidos, entre el filial de la UD Las Palmas y el primer equipo, el Albacete, el Deportivo, el Racing, el Nástic de Tarragona, el Huesca, el Rayo y el Betis, donde se ha convertido en una referencia histórica. De hecho, le faltan solo tres dianas para convertirse en el máximo goleador de la historia del Betis.

Las sumará, no hay duda. Ha combinado bien con Renella, que ejerce más de segunda punta, y Julio Álvarez tiene una confianza absoluta en él. Su equipo está creciendo en fútbol y no le afectan los cambios de sistema, no solo porque es intocable sino porque el técnico, que ha meditado cambiar al 3-5-2 en La Romareda, no altera en ningún caso la dupla de ataque.