El Real Zaragoza, inmerso en una considerable tormenta deportiva reflejada en su triste clasificación, muy lejos de su objetivo de ascenso directo y cada vez más de la promoción, ha dado carpetazo al mercado de invierno con dos nuevas incorporaciones, el centrocampista italoargentino Culio y el mediocentro y central de circunstancias Alberto Guitián. En el capítulo de salidas ha alcanzado a un acuerdo para la cesión de Jorge Díaz al Numancia para lo que resta de temporada sin que el uruguayo haya hecho las maletas muy feliz. De esta forma, Narcís Juliá, director deportivo, ha añadido seis nuevos jugadores a su proyecto a corto plazo --Ros, Campins, Dongou, Lanzarote, Culio y Guitián-- un plan que persigue aumentar el músculo competitivo al equipo y, si es posible, imprimirle una identidad de la que ahora carece. Sin embargo, por el camino ha perdido a Alfredo Ortuño, su máximo goleador, tras un intercambio de opiniones entre Carreras y el punta, molesto este último con su desplazamiento de la titularidad. Ese hueco provoca desazón entre los seguidores no tanto por las simpatías que pudiera generar Ortuño como por la baja productividad anotadora del resto de atacantes salvo un Ángel en el que se despositan definitivamente todas las esperanzas en la faceta realizadora.

El acuerdo con Culio, procedente del Las Palmas y que firmará hasta el 2017, se enmarca dentro de la operación de dotar a la medular de cantidad y variedad, mientras que la llegada de Guitián, sin apenas presencia en el Sporting de Gijón, ha sido un movimiento de emergencia de última hora --similar al de Campins--. Tras conocerse el alcance de la lesión de Vallejo, quien estará al menos un mes de baja tras sufrir una rotura de fibras de los isquiotibiales de la pierna izquierda en el encuentro contra el Almería, el club aceleró esta negociación por este centrocampista de contención que puede incrustarse como central en caso de necesidad, lo que es muy posible que ocurra hasta el regreso del canterano.

El fichaje de Culio, que firmará mañana tras rescindir su contrato con la UD Las Palmas, completa los deseos del cuerpo técnico, siempre pujante en la necesidad del crecimiento cualitativo y cuantitativo de la nómina de centrocampistas. Se trata de un futbolista con una gran capacidad técnica, muy temperamental (ha sido expulsado en cinco ocasiones en su experiencia en España) y con el estigma de haberse mofado del Real Zaragzoa en la celebración del ascenso del Las Palmas precisamente frente al conjunto aragonés. Este capítulo tan desagradable y que ha encendido a un buen número de aficionados nada más conocerse su contratación se intentará cerrar mañana mismo en su presentación, donde se espera que el jugador pida las oportunas disculpas para dar portazo a su patinazo en Las Palmas. De Guitián, que también se ha desvinvulado del club asturiano para estampar su firma hasta el próximo 30 de junio, no hay demasiadas referencias por su escaso recorrido en el marco profesional y resulta una incógnita cuál puede ser su rendimiento.

Careras y Juliá han hecho lo que han podido en este meteórico y no poco duro proceso de transición que se ha amargado aún más con los malos resultados. Salvo Culio por su bien ganada fama de jugón, el resto de las adquisiciones no aseguran que el cuerpo técnico pueda reconducir la delicada situación deportiva y mucho menos darle al juego zaragocista un salto considerable. Los seis nuevos, al final, se ajustan con precisión a esa renovación de fondo de armario global para que el Real Zaragoza tenga más alternativas. El calendario se endurece en el momento más inoportuno, sin tiempo para aclimataciones, y con un entrenador que vuelve a examinarse con más armamento después de haber suspendido con estrépito sin dejar huella de su estilo, de algún estilo. El ascenso directo no se aproxima por estas compras en el mercado, pero la promoción podría pasar a ser una ser atractiva opción si todo encaja a la perfección. Si con estos paraguas es suficiente para superar la tormenta que aún no ha cesado.