—¿Cómo está viviendo el vestuario el momento del equipo tras la dura derrota en Almería?

—Con las sensaciones de querer darle la vuelta. Sabíamos que durante la temporada iban a venir momentos duros, pasan en todos los equipos. Estamos tranquilos, con ganas, sabiendo en lo que hay que mejorar y sobre todo estamos centrados en lo futbolístico. Siempre escuchas cosas, pero pensamos solo en ganar, en darle continuidad a nuestra última victoria en casa. Eso sí, hay que trabajar para encajar menos goles.

—¿Qué les pasó en el último mes? La cuesta abajo es clara.

—Más que hablar de un bajón tan largo, yo diría que fueron los dos partidos de Huesca y Almería, que supusieron dos derrotas muy dolorosas, las dos fuera de casa. Eso no quita culpa, pero esta es una Liga muy competitiva y te puede pasar eso a domicilio. Además, es evidente que un resultado tan abultado como el de Almería se ve de otra forma.

—Parece como si el equipo dejó de funcionar, como si los rivales les tomaron la medida...

—Es que al principio los equipos no saben más o menos lo que se van a encontrar, pero poco a poco te conocen, sobre todo a los jugadores determinantes. Sabemos que lo hemos hecho bien en el pasado, que estamos capacitados para volver a hacerlo y sobre todo para dar solución a lo que nos propongan los rivales.

—¿Cree que al equipo le faltó actitud en Almería?

—Actitud no faltó, pero sí profundidad, creo que no corrimos bien en ese partido. Lo más importante es mentalizarnos de que defensivamente tenemos que ser muy fuertes, arriba tenemos jugadores determinantes y no encajar nos va a mantener siempre vivos en los partidos. Es un plus vital.

—El Reus de Natxo en el que usted también estaba era muy solvente atrás. ¿Por qué aquí les está costando tanto?

—El estilo es el mismo, pero en el Reus veníamos de un bloque de la temporada anterior y eso ayuda mucho. Conoces cosas del míster, de los compañeros, hay esa adaptación. Es cuestión de tiempo. Que la gente asimile los conceptos de Natxo puede costar, pero cuando los coges te salen solos. Es un método que funciona y los números del Reus están ahí.

—¿Tiene un libro de estilo más complicado que el de otros?

—No es que sea más complicado. Por ejemplo, en las faltas laterales para mí es más eficaz lo que hacemos nosotros, meternos atrás. Que te metan un gol por la escuadra es mucho más difícil que si te meten en esa acción un balón a la espalda de la defensa porque tiras la línea más adelantada al borde del área. Hay que estar atentos en esos matices, estar más pendientes a los rechaces porque esa zona se queda más descubierta y los rivales intentarán pillarnos ahí.

—Natxo dijo al final del partido en Almería que el proyecto iba a terminar fantásticamente. ¿Usted también lo cree así?

—Sí, estoy convencido de que será así porque veo el día a día y Natxo lo ha demostrado en otros equipos. Es que si no piensas en eso, estás muerto. Tiene que ser así de corazón. Si no lo crees, tienes que bajarte del barco.

—¿El objetivo del Zaragoza es subir a Primera este curso?

—Miro el objetivo de la primera vuelta, que es sacar el mayor número de puntos, porque vamos a ir de menos a más. Queremos llegar con opciones a la segunda vuelta y ya iremos viendo. Por escudo, historia y jugadores vamos a luchar por estar lo más arriba posible, pero lo primero es lograr los 50 puntos para la permanencia y después ser ambiciosos.

—Conoce bien al técnico. ¿Como lo está viendo esta semana?

—Lo veo bien, está transmitiendo tranquilidad y nos dice que no es una situación límite, que yo tampoco creo que lo sea. Es verdad que hay que mejorar muchas cosas, pero estamos en ello y la tranquilidad que él nos demuestra ayuda mucho al equipo.

—Él viene de triunfar en el Reus, lo hizo antes en el Sant Andreu y con el Alavés logró un ascenso. Ahora vive una situación atípica.

—Cuando llegas a un club lo que quieres es estar arriba. Sabíamos todos, él y nosotros, que había muchos jugadores nuevos y eso siempre cuesta. Este es un proyecto a largo plazo y para él la situación no es la que imaginaba pero la está llevando bien, sabiendo manejar al grupo. Saldremos adelante, seguro.

—¿Entendería que dentro de dos o tres semanas si el bajón continúa llegara su destitución?

—No pienso en eso, porque reitero que esto es a largo plazo. Lo dijo hace poco Lalo (Arantegui). Y a un proyecto así hay que darle continuidad, hay que creer y en eso estamos.

—¿Qué porcentaje de culpa tuvo Natxo González en que aceptara la oferta del Zaragoza?

—Tuvo una gran importancia. El nombre del Zaragoza hizo mucho, pero él también. Es un entrenador clave en mi carrera porque con él he dado el salto al fútbol profesional y le estoy agradecido. Me lo he ganado todo en mi carrera con trabajo, pero él me ha dado la confianza, que es muy importante.

—¿Cree que está pagando el peaje por el cambio para dirigir un equipo más grande?

—No es pagar un peaje, pero es dar ese salto, para él y para nosotros, y los equipos grandes suponen otro tipo de presión, por la gente que hay detrás, porque defiendes un escudo y una historia mayores. Pero esa mayor presión se traduce en muchas ganas, quieres hacerlo todo bien. Puedes jugar mejor o peor, pero siempre que tengas la conciencia tranquila vas a dormir a gusto.

—¿Pesa más llevar este escudo en Segunda que otros?

—Al ponerte esa camiseta sabes lo que implica, la gente que tienes detrás. Sabes que tienes que dar el 200%, no el 100%. Pero también te ayuda. En Reus la afición aprieta lo que puede, pero los equipos cuando vienen a La Romareda ven a 20.000 personas animando. Esto nos pesó al Reus cuando vinimos hace un año, nos pusimos 1-2 y nos empataron al final. Es una aliciente muy importante para el equipo, algo de admirar y agradecer, porque la afición te da el empujón cuando las piernas no van. Son muy importantes. Ellos yo creo que saben que esto acabará bien, ven que nos dejamos la vida en el campo.

—¿Esperan una grada más nerviosa este partido?

—Más que nerviosa, creo que el público estará intrigado y expectante, con las ganas de ver al equipo tirar para arriba y encadenar un par de victorias seguidas. Y será difícil... El Reus se cierra muy bien. No hay que ponerse nerviosos y sí tener paciencia para buscar el gol y mantener la portería a cero. Esas son las claves.

—¿Qué diferencias ve en el Reus esta temporada?

—Ahora arriesgan en la salida de balón, tienen a los centrales, Pichu y Olmo, que lo sacan bien y Badía golpea en largo y eso lo usan para crear superioridad. López Garai mantiene la esencia de Natxo, de lo que ha aprendido y hasta defienden igual la estrategia, pero le ha dado su toque.

—El Reus tenía y tiene el presupuesto más bajo. ¿Es un milagro lo que está haciendo?

—No lo veo así, cuando estábamos en Segunda B había jugadores de nivel. Han mantenido el bloque sin volverse locos. En ese vestuario hay calidad y talento.

—Ahora es lateral, pero también ha jugado en su carrera mucho de central, ¿verdad?

—Sí, venía jugando de lateral y en el Guijuelo Rubén de la Barrera me empezó a utilizar de central en una temporada que fue muy éxitosa en Segunda B, ya que hicimos playoff.

—¿Natxo le puso ahí en el Reus?

—Muy poco, yo creo que lo podría hacer bien porque he rendido a buen nivel cuando he jugado. Es importante ser polivalente y si él lo necesita, ahí voy a estar.

—De sus años en la cantera del Espanyol llama mucho su cambio de imagen. La barba, ya casi sin pelo, los tatuajes...

—No parezco yo ¿verdad?. Soy su hermano (sonríe). He pegado un gran cambio de imagen y de forma de vida.

—¿A qué se refiere?

—A la dieta sobre todo. Empecé a hacerlo por mi novia. Los jóvenes ahora tienen más información de todo, mucha ayuda. Antes no había tanta, cada uno se buscaba la vida. Siendo adolescente no te das cuenta, pero tuve la suerte de reconducir todo a tiempo. Ese cambio de dieta ha sido fundamental para mí. Mi pareja es entrenadora personal, compite como culturista y eso me ayuda mucho en mi día a día. Son muchos detalles. Igual con otra pareja vas al cine y ella quiere comer palomitas. Nosotros nos llevamos las tortitas de arroz y hacemos lo que podemos.

—¿Ese cambio de alimentación le ha traído una mejora física?

—Indudablemente. Sin esa mejoría hubiera sido inviable ser lateral. No sé ni dónde estaría ahora. El futbol es exigente y, cuando uno no lo hace bien, viene el de atrás y te come la tostada. Los jugadores se están cuidado cada vez más. Es más, un profesional del fútbol que no se cuide me parece lamentable. Pero también aunque juegue en Segunda B o en Tercera. Tienes que estar bien porque si no, vas a sufrir.

—Su novia se cuidará mucho más la alimentación que usted...

—El fútbol no es tan exigente para cuidarse como otros deportes. Mi novia se tira dos meses comiendo un tomate y un trozo de merluza para desayunar o para comer, por ejemplo. Nosotros somos más afortunados, porque nos tenemos que cuidar pero puedes comer más arroz blanco, pechuga... Yo me siento privilegiado porque veo la comparación en casa.

—Se le ve muy concienciado.

—Es que el entrenamiento invisible es hasta más importante que el de campo. La alimentación tiene un porcentaje muy alto en el rendimiento. Hay jugadores más privilegiados en lo físico que pueden permitirse más lujos, aunque también deben tener unos hábitos porque si no lo acabarán pagando. Pero el resto tiene que llevar todo al dedillo.

—Usted fue campeón de Europa sub-17 en el 2008 en una selección con Thiago, Canales, Bartra... ¿Porqué le ha costado más llegar que a todos ellos?

—También estaban Montoya, Rochina, Dani Pacheco... Me ha costado más llegar, pero también los defensas tardan más en hacerlo. Cuando vino mi momento en el Espanyol B no supe aprovecharlo porque no estaba físicamente bien y nadie me lo decía. Pasó ese tren y no lo vi. Ahora, sí.

—¿Por qué lleva tantos tatuajes en su cuerpo?

—Es un vicio del que ya no hay remedio. A mi madre la tengo loca, la tengo que ir engañando. No sé cuántos llevo, ni los he contado, tengo en los brazos, en las piernas, en el pecho... Es casi un modo de vida, uno de mis pocos vicios. Está el sufrimiento al hacértelos, te preguntas ‘qué hago yo aquí haciéndome esto con lo que duele y hasta me da fiebre’. Pero vas otra vez y es un no parar.

—¿Qué lleva tatuado?

—Símbolos que me gustan. Un león rugiendo que para mí significa mucho. Normalmente, cosas que tienen un valor para mí. El primero que me hice fue al lado del abdomen, porque cuando empiezas no quieres que se vea mucho, por si te arrepientes. Fue una carpa mahorí, porque iba a pescar con mi abuelo en los veranos. Me llamaba la atención.

—¿En Zaragoza se hizo alguno?

—No aún no. Estoy esperando a que me den cita. Me voy a hacer las primeras botas que tuve. Eran pequeñitas, pero aún así tenía que ponerles algodón para metérmelas y poder jugar.

—Con Natxo ha alternado ser titular y estar en el banquillo y hasta en la grada. ¿Como lo lleva?

—Lo asumo bien. Lo más importante es tener la conciencia tranquila. Claro que me enfadó ir a la grada en el derbi o no jugar en algunos partidos. Si hay alguien que dice que no se enfada cuando no juega miente seguro. Pero, si tienes esa conciencia de dar todo, te enfadas, estás tranquilo por dentro y duermes bien.

—¿Natxo explica bien al jugador cuando hace esos cambios?

—Es un técnico que marca la distancia. No sé qué prefiere el resto, pero yo no necesito ninguna explicación. Él hace lo que cree conveniente, yo iré al día siguiente y trabajaré muy duro.

—¿Cuál es su referencia como lateral izquierdo?

—Mi perfil es el de defender fuerte, tratar de incorporarme, pero no voy a hacer unos contra unos, aunque sí asociarme. La base es defender bien, eso es lo importante. Mi referencia es Marcelo, que es inalcanzable, un ídolo, no creo que haya otro como él.

—Marcelo suele marcar goles. Usted ha hecho uno oficial en los últimos años. ¿Le obsesiona?

—Lo marqué al Ascó en un córner. Lo recuerdo bien porque no hay mucho que recordar. Si fuera Messi... (sonríe). No me obsesiona, aunque si diera ese paso al frente, me beneficiaría.