El valor del punto ante el Cádiz que tuvo forma de jarro de agua fría tras el enésimo fallo de inconsistencia del Real Zaragoza se verá hoy, en función de lo que hagan los cuatro equipos que suman 42 puntos y de los que ayer se quedó con cinco de renta cuando tenía la victoria en la mano. Otra vez un gol en el tramo final, otra vez una renta a la basura, la que propició el gol de cabeza de Ángel, el único que marca en este Zaragoza, donde el canario es la tabla de salvación. Pero llegó el zapatazo de Aitor tras un mal despeje de José Enrique y supuso el empate y que el sufrimiento continúe, en una temporada que es una agonía permanente.

No es casualidad que al Zaragoza se le repita tantas veces la misma historia. Lo dijo César Láinez tras el partido, él lo vio desde fuera como técnico del filial y ahora lo padece en primera persona, porque este equipo no sabe jugar los últimos minutos y en las rectas finales es más que vulnerable por su escasa capacidad física. Ayer, tras alejar al Cádiz de su área en la segunda parte, se empeñó en cometer faltas para dar opciones al rival. Una de ellas la aprovechó el enemigo con un buen disparo de Aitor para que volaran dos puntos que suponían un paso de gigante para la salvación. Ahora se queda en un pasito, aunque veremos a ver qué pasa hoy con sus enemigos.

El Zaragoza y el Cádiz firmaron, eso sí, un partido abierto en el que el intercambio de golpes quizá hizo justo el empate, aunque tampoco habría sido inmerecida la victoria del equipo zaragocista, aunque en esta temporada, por faltar, también se echa de menos la suerte, porque cuando la moneda puede salir cruz termina por quedarse así.

Con Feltscher como novedad en el once en el lateral derecho para tapar a Álvaro García y con el 4-1-4-1 habitual saltó el Zaragoza, que casi sin romper a sudar tuvo una clarísima ocasión de Ángel, tras gran pase de Edu Bedia, que desbarató Cifuentes. Con una Romareda enganchada y enchufada, el equipo no tardó en empezar a notar la ansiedad y la necesidad de los puntos.

El Cádiz, bien situado y trabajado y con la amenaza de Álvaro en la banda, al que Feltscher tardó en atar por la velocidad, y de Aketxe en la estrategia, empezó a tener bajo control el partido, aunque el balón era más para el Zaragoza, que se perdía en imprecisiones, sobre todo en las zonas decisivas, donde ni Javi Ros, ni Lanzarote, que casi nunca se va de nadie, ni Pombo, mucho más activo, pero sin suerte, surtían de balones a Ángel. Solo Bedia brillaba, ya que volvió a habilitar a Ángel, pero el disparo del canario fue demasiado flojo.

El Cádiz amenazó con una llegada de Álvaro García y con un disparo de falta lejano de Aketxe donde Ratón empezó a mostrar algunas dudas en un partido irregular del meta, que sí atajó el cabezazo de Álvaro tras una buena combinación con Salvi y Aketxe.

El partido estaba muy igulado, con el Zaragoza sin poder amenazar demasiado pero con un Cádiz que guardaba la ropa y buscaba salir a la contra. Al equipo de Láinez le costaba una barbaridad generar peligro, pero un taconazo de Bedia habilitó a Pombo, que asustó a Cifuentes justo antes que un saque rápido de falta sobre José Enrique pillara a toda la defensa gaditana dormida para que Ángel anotara de cabezazo a bocajarro su gol 21, una auténtica barbaridad, y pusiera en ventaja a su equipo justo en la última jugada antes del descanso.

REACCIÓN VISITANTE

Quiso dar Cervera un paso adelante tras el descanso con Abdullah primero y con Güiza poco después para pasar a jugar con un 4-4-2. Había pocas noticias al menos de Ortuño, al que solo se le vio en una jugada que terminó en el disparo de Aketxe que despejó con apuros Ratón. Después, un mal pase de Zapater propició la gran ocasión del rival. Álvaro García aprovechó su velocidad para plantarse ante el meta, que dudó en su salida. Feltscher apagó el fuego.

Láinez se jugó la carta de Xumetra y el Zaragoza, poco a poco, fue quitándose la presión del Cádiz, alejándolo del área. Pombo, tras un error de Aridane, el peor de una zaga floja, y José Enrique, en un córner, pudieron cerrar el pleito. No lo hizo el Zaragoza, que buscó cambios defensivos con la entrada de Isaac primero y de Barrera después. Cervera se la jugó con Aitor para que Álvaro pasase a ser lateral en una banda izquierda muy ofensiva.

El Zaragoza no vivía ocasiones de peligro del rival y La Romareda cantaba el himno para ayudar, pero queda dicho que este equipo siempre encuentra argumentos para dar vida al enemigo. Lo hizo en un mal despeje para que Aitor pegara el enésimo golpe en casa a un Zaragoza que ya ha dejado escapar 28 puntos en su feudo y que tuvo una última ocasión donde Xumetra no acertó para que el sufrimiento siga.