Lugo marcó el inicio del cambio táctico, el paso al 4-1-4-1, y también el debut de Diamanka como zaragocista. Hasta entonces, Popovic, en cinco jornadas, no le había dado ni un minuto. Desde ese momento, ha sido fijo, siete partidos en el once --Lugo, Alavés, Albacete, donde marcó, Tenerife, Girona, Elche y Mallorca-- para llevar 553 minutos y solo se ha perdido dos encuentros, ante el Llagostera en Copa por unas molestias en el tendón rotuliano de su rodilla derecha y en Liga frente al Valladolid por una elongación muscular. Curiosamente, esas dos citas son las dos únicas derrotas desde aquella tarde en el Anxo Carro donde la modificación táctica tuvo en el senegalés, y también en Erik Morán, a los grandes beneficiados para hacerse ambos indiscutibles.

Quizá no sea tanta casualidad ese dato, porque la presencia de Diamanka por delante de Erik Morán dentro de ese trivote le viene muy bien a las condiciones del jugador nacido en Dakar, que aporta presencia física y despliegue, que aparece mucho y que también ayuda en la presión sobre el rival para que ésta pueda ser más adelantada. Su hándicap está en la precisión, en el último pase, aunque ya ha dejado alguno, como el que propició el penalti a Ortuño que abrió el marcador ante el Tenerife. Ese día ante el conjunto tinerfeño, el choque casero con el Elche o los partidos en Mallorca o en Albacete, donde marcó el primer gol tras jugada de Ortuño, ya dejaron actuaciones convincentes del futbolista senegalés.

Es la aportación física, de presencia infatigable y trabajo, el principal valor para que Diamanka se haya hecho fijo, para que el equipo eche en falta cuando no está, como sucedió el domingo frente al Valladolid. Ese despliegue físico ha propiciado que solo haya completado dos partidos de los siete como titular, pero cuando está sobre el campo el equipo lo agradece. Y mucho.