Fue un afortunado espejismo el triunfo ante el Rayo y el Zaragoza tiene un muy serio problema, en particular Natxo González, al que se le ha caído de pleno el equipo en el último mes. Reconoció el técnico que no están compitiendo bien tras un bochorno terrible en Almería, una goleada inapelable que abre una clara vía de crisis. El Zaragoza, ante un rival que no había ganado en las últimas ocho jornadas, en descenso y con un técnico interino, Fran Fernández, y con Lucas Alcaraz en las gradas, soltó un partido infame, de los que hacen daño, un encuentro que deja sin defensa ni al entrenador ni a sus jugadores, que deambularon sin un gramo de intensidad en el estadio de los Juegos del Mediterráneo para caer con justicia.

El Zaragoza ya salió muy dañado del derbi, por la dura derrota y por ser el Huesca el que le ganó, pero la imagen en Almería aún fue peor, porque el enemigo estaba muy tocado y superó en todas las facetas al Zaragoza, horrible con el balón y muy expuesto en defensa, sobre todo en la segunda parte, donde directamente desertó. Y esta aseveración sobre la intensidad del equipo es gravísima. Y aún peor es que no se le puede quitar un ápice ni una coma a esa sentencia, verdadera por los cuatro costados.

El partido debe marcar un antes y un después, porque las sensaciones en este último mes de caída, desde aquella gran semana de fiestas del Pilar, son las de pelear por no bajar. Y los números, con 18 puntos en 15 jornadas, no le apoyan y apuntan a un Natxo González ya muy señalado por un equipo en claro bajón y que no funciona. El técnico empieza a necesitar de forma clara una reacción urgente.

No lo hizo ni de lejos en Almería, ante un enemigo, quede claro, que había marcado un gol en ocho jornadas, con dos puntos de 24. Hasta ayer. Y es que el Zaragoza salió a verlas venir, con Zapater como ancla en la medular y con Guti más adelantado, escalonado, para que Febas se situara también en ese triángulo que nunca funcionó. Tampoco lo hicieron Toquero y Pombo, novedad en el once, en los costados.

Desde el primer minuto, el Zaragoza fue un dolor con el balón, impreciso y nervioso, ante un Almería que se sentía bien solo cuando Pozo entraba en juego. El mediapunta disparó a las manos de Cristian en la ocasión más clara en el primer cuarto de hora.

El partido de ambos equipos era malo de solemnidad y el Zaragoza solo tuvo un gramo de luz en una combinación de Febas y Toquero que acabó en el disparo de Borja que dio en un defensa. Ahí se acabó la claridad en ataque y empezó una terrible oscuridad, mientras el Almería, con demasiadas faltas y con un codazo de Rubén Alcaraz a Guti que mereció una roja, fue a más ante un enemigo de tan bajo perfil.

Los últimos minutos de la primera parte fueron el exponente de la fragilidad defensiva que ha llevado a encajar al Zaragoza ocho dianas en tres partidos. El disparo de Pozo tras un mal despeje de Ángel dio de casualidad en Grippo cuando se colaba y, acto seguido, el exzaragocista Fran mandó un misil a la escuadra en una falta botada por Pozo con un pase horizontal y donde la defensa, en particular Ángel y Zapater, salió tarde y mal a tapar el disparo. Otro gol, por cierto, de la estrategia de un rival.

PEOR IMAGEN TODAVÍA

El descanso no trajo cambios. Y, lejos de suponer una mejoría, emitió aún peores vibraciones. Y eso que parecía difícil. El Zaragoza nunca encontraba a Febas y se dispersaba cuando el balón pasaba por Toquero, Guti o Pombo para desesperación de Borja. Juan Muñoz propició dos buenas paradas de Cristian, una tras una vaselina después de irse con facilidad de Grippo y la segunda en un remate de cabeza sin oposición.

Buscó Natxo González, que tardó un mundo en los cambios, una mejor salida de balón con Eguaras para jugar con doble pivote en el medio y Febas de mediapunta. No funcionó. Delmás sufría con Fidel, recién entrado al césped, como antes con Gaspar, mientras que Ángel mantenía el tono gris de todo el curso. Los costados destrozaban al Zaragoza, aunque lo hizo del todo Rubén Alcaraz, con otro disparo mal defendido desde la frontal tras un pase fácil de Pozo. El Zaragoza era un muñeco, un espectro, en manos del rival.

Tiró Natxo con 2-0 y a solo 10 minutos del final de Alain, que entró por la banda derecha, y de Buff. El partido estaba perdido, aunque Alain al menos probó a René en el único disparo a puerta de los ayer avispas. Eso sí, un balón perdido por el extremo y su poca intensidad ante Rubén Alcaraz acabaron en un remate lejano desde la medular para consumar el bochorno en Almería con una goleada inaceptable.