En el Zaragoza, en pleno proceso de cambios tras la llegada de Juliá y Carreras en Navidad, con los fichajes y las bajas, hay muchas cosas por definir, elementos que pueden estar sujetos a la opinión o que necesitan de un análisis más prolongado para establecer un criterio definitivo. Hay otras claves, sin embargo, que son indiscutibles. Es absolutamente claro que la llegada de Carreras no ha tenido por ahora un efecto revitalizador, del mismo modo que es del todo palmario que hay jugadores que no están, que es injustificable que acumulen apariciones en el once titular, con Dorca e Hinestroza como ejemplos palpables en una estación en la que hace tiempo habita Pedro.

Ninguno de los tres está para tener la vitola de fijo. Eso Carreras lo debería tener claro, pero los mantiene en la alineación de inicio. Y ninguno, por peso en el vestuario (Pedro y Dorca) o por salario, donde hay que citar a los tres porque Hinestroza supone un gasto importante entre la ficha y el pago a su club de propiedad (La Equidad), está cerca del nivel y jerarquía que se les presuponen. Bueno, están lejísimos. A años luz.

Pedro, salvo momentos puntuales a lo largo del curso, como los partidos ante el Llagostera o la Ponferradina, ha sido una sombra del que se espera. Sus molestias abdominales al inicio, su falta de sintonía con el anterior entrenador, el quiero y no puedo en que ha convertido su intento de aportar ahora más al equipo... La temporada pasa y Pedro (17 partidos, 15 de titular) aparece muy poco, como sucedió en Almería, o nada, como en muchos partidos.

También tiene el cupo de crédito agotado Hinestroza, tras 16 partidos de titular jugados y 1.253 minutos, tiempo de sobra para que el colombiano hubiera dado razones para justificar su llegada en verano con el cartel de ser uno de los jugadores desequilibrantes, por potencia y por velocidad en la banda. Con esa idea lo trajo Martín González, que apostó fuerte por él.

Bajo nivel

Y desequilibra bastante poco, la verdad. Casi nada. Amaga mucho, pero no da nunca y es desesperante en su insistencia en elegir mal. Para el único recuerdo positivo queda el gol que abrió el camino de la victoria ante el Elche, con ayuda en el desvío del defensa para marcarlo, y en el que mandó callar a La Romareda, un gesto inadmisible en cualquier caso pero que, viendo el nivel global que ha ofrecido, roza el esperpento. Popovic optó por ponerle más a pierna cambiada en el carril derecho y Carreras le ha situado más en la izquierda, como en los tres últimos partidos. Ni en uno ni en otro costado ha ofrecido demasiado.

A todo ello Hinestroza le ha añadido dos lesiones musculares, una en el debut liguero y otra en un entrenamiento a finales de noviembre que a buen seguro han lastrado su rendimiento, pero que no sirven de excusa para el bajísimo nivel que tiene en la actualidad.

Dorca fue indiscutible el curso pasado, donde empezó con buen tono y terminó a un nivel más bajo, pero en este ni siquiera ha tenido dientes de sierra en su aportación. El catalán, jugador de absoluta confianza para Popovic y también fijo para Carreras pese a que la relación no es tan fluida, acumula partidos grises en su haber, uno detrás de otro. Se diría que, salvo para los dos técnicos que ha tenido el Zaragoza, para el resto del mundo está para ser suplente. Así se lo hizo saber La Romareda al ser relevado ante el Mirandés. A Dorca se le reconocen ganas, compromiso y voluntad de aportar. Hasta ahí, pero su nivel actual no le da para jugar siempre.

Y lo juega todo. O casi. 21 partidos, todos en el once y una baja por sanción. Solo una vez le dio descanso Popovic (Tenerife). Tanta continuidad no le ha traído ni una leve mejora. En el 4-1-4-1 y como interior vivió su mejor época cuando Diamanka y Morán sostenían al equipo y tapaban su gris momento. Con la caída del Zaragoza la escasez de su aportación ha quedado más en evidencia. Mucho más, si, como ayer, es pareja en un doble pivote. Bien claro que le quedó a Tarsi en el choque en Almería. A ver si Carreras capta también la idea.