El 7 de junio se acaba la temporada regular en Segunda División. Se conocerán los cuatro descendidos y los dos equipos que jugarán en Primera la próxima temporada. Se sabrá también si el Zaragoza ha sido capaz de aguantar la sexta posición y accede al playoff, objetivo marcado para este curso. Para alcanzarlo tendrá que superar un calendario áspero, más que complicado, en el que se enfrenta a tres de los cinco primeros clasificados, rivales que, de momento, se mantienen en la pelea por lograr el ascenso de manera directa, enemigos algunos que parecieron infinitamente superiores en la primera vuelta.

El Zaragoza, en parecer general, no pareció estar a la altura de Las Palmas o Valladolid la primera vez que se enfrentó a ellos en el campeonato. Se entendió, y así se analizó, que eran conjuntos inalcanzables. Pues bien, ahora serán dos de los que medirán la condición actual del equipo aragonés, su capacidad para llegar vivo al último extremo del campeonato. No son, en cualquier caso, y tampoco lo parecen, los mismos equipos. Los canarios han perdido magia y contundencia, mientras que los pucelanos no son ni mucho menos igual de fiables que cuando visitaron La Romareda.

Además, el Zaragoza tiene que enfrentarse al Girona, un cuadro que desprende seguridad y se ha situado en la segunda plaza tras conseguir cinco victorias en los seis últimos encuentros. No pierde en su estadio, además, desde el 7 de diciembre ante el Barcelona B, un choque que, por cierto, mereció ganar. Actualmente parece el equipo más fuerte de la categoría, no solo por los números sino por la contundencia y seguridad con la que se comporta sobre el campo.

Del resto de adversarios que le restan al conjunto aragonés, las más fáciles serían las victorias en casa ante el Albacete, este domingo (18.15 horas), y el Mirandés, el miércoles 20 de mayo a las diez de la noche. Son puntos que se deben sumar, sin duda, para que salgan las cuentas, sobre todo porque son dos rivales que, en principio, no se juegan nada. El conjunto manchego está virtualmente salvado y el burgalés debería llegar a la jornada 39 sin nada que poner en juego. Queda para la última jornada la visita al Leganés, un equipo que pareció aspirar al ascenso tras vencer en el Villamarín, pero que solo ha logrado un triunfo en los seis partidos jugados desde entonces.

Hace falta saber, claro está, cuántos puntos necesitará el equipo de Ranko Popovic para mantenerse entre los seis primeros. Lleva un promedio de sumar nueve más, lo que le llevaría a acabar la Liga con 62, los mismos que tiene ahora el Valladolid, que es quinto clasificado, diez menos de los que luce el Betis, un líder que va calculando la fecha en la que podrá celebrar el ascenso con alguna jornada de antelación. Pese a la irregularidad cierta de todos sus perseguidores, es posible que con esa cantidad --tres victorias, por ejemplo-- no le baste. Le harían falta entre uno y tres puntos más al menos para enfocar su objetivo con mayor claridad. Es decir, se cree que con 12 de los 18 puntos en juego puede mantener la sexta plaza. Está por comprobar.

Entre los rivales, en Zaragoza preocupan especialmente Ponferradina (53) y Llagostera (50), que son los equipos que más cerca están en la clasificación y a los que les queda un duelo directo pendiente. Parte el equipo aragonés con la mínima ventaja de tener a su favor el golaveraje particular, aunque el calendario de ambos parece algo más suave. Los catalanes, además, están subidos en una ola de optimismo que les ha llevado a enlazar tres jornadas consecutivas sin perder, con 27 puntos de 39.

Y luego queda el Numancia, que pareció quedarse fuera una semana antes en La Romareda, pero que mantiene una regularidad desde hace semanas. Lleva cuatro puntos de desventaja, que pueden ser pocos según cómo se mire. Más lejos están Alavés, Leganés, Alcorcón y Mirandés, todos con 47 puntos, tan cerca y tan lejos.