Poco se sabía de Willian José hasta el pasado sábado en La Romareda. Los zaragocistas con mejor memoria podrán recordarlo en una imagen de hace unos meses, cuando apareció con el Castilla en el feudo aragonés y cometió el desliz, por no decir torpeza, de ser expulsado por cometer dos faltas en dos minutos. En el 81 vio la primera amarilla y en el 83 estaba en la calle. Había entrado de suplente a la hora de partido sustituyendo a Raúl de Tomás, otro delantero que estuvo en la agenda del club el pasado verano. El banquillo ha sido un lugar común para este ariete brasileño desde que debutó en el fútbol de élite, donde apenas ha encontrado continuidad, ni en el campo ni en el gol.

Ante el Alavés fue titular por primera vez en la Liga, en un partido en el que anunció sus mejores cualidades. Le queda por confirmar lo que viene prometiendo desde que se sumó a la última de las generaciones de oro del fútbol brasileño, tan afligido ahora tras comprobar que su nueva fórmula, alejada del jogo bonito, tampoco funciona. No es el delantero zaragocista de esta estirpe, tiene más un aire a Diego Costa, con el que se le ha comparado tanto por su ímpetu en el campo como por su parecido físico.

Pero Willian José puede presumir de haber logrado los últimos triunfos con los equipos inferiores de la canarinha, el Mundial sub-20 y el Sudamericano de la misma categoría, ambos conquistados en el 2011. Dejó dos goles en el primer campeonato y tres en el segundo, en un brillante torneo en el que estuvo acompañado de superestrellas como el azulgrana Neymar o Lucas Moura, el exploxivo atacante del Paris Saint-Germain. Ya lo eran entonces, hace tres años, cuando dieron el salto a la absoluta sin pasar por el Campeonato del mundo de su categoría, para participar en la Copa América.

LOS COMPAÑEROS

No eran los únicos futbolistas destacados de esa generación, ni mucho menos. Hay algunos tan famosos como el talentoso centrocampista del Liverpool Coutinho, que por aquel entonces ya estaba en las filas del Inter de Milán, que le había echado el lazo con 18 años; o el futbolista del Chelsea Oscar, titular indiscutible en el pasado Mundial pese a que ahora haya perdido relieve desde el regreso de Mourinho al banquillo londinense.

Había, además, en esas selecciones brasileñas sub-20 del 2011 otro montón de futbolistas que, sin haber llegado a la categoría de megacracks, están o han pasado por algunos de los mejores clubs europeos. Son los casos de Gabriel, guardameta del Milan; el lateral del Oporto Danilo, que sonó para el Barça este verano; Bruno, que vistió las camisetas del Tottenham y el Nápoles; Juan, el bravo central del Inter de Milán; Fernando, el recio mediocentro del Shakhtar; o Casemiro, el centrocampista que muchos creyeron apropiado para el Real Madrid pero que tuvo que emigrar al Oporto. Con el zaragocista también estuvieron el delantero Henrique, que pasó por el Granada y ahora está en el Botafogo; Alan Patrick, que, tras su paso por Donetsk, ha vuelto al Inter de Porto Alegre, donde coincide con Dudu, otro que se ha escapado del frío Este europeo tras pasar tres años en el Dinamo de Kiev. En fin, un amplio abanico de peloteros.

Bien se sabe que las generaciones del fútbol brasileño suelen estar repletas de jugadores de calidad, pero Willian José ha crecido con algunos de los más relevantes. Cogió el testigo de Neymar en el ataque del Santos tras su fichaje por el Barça en el verano del 2013, aunque tras unos meses fue contratado por el Castilla. Allí se esperaba que este fornido ariete, de 1,86 de altura y 81 kilos, cambiase la tendencia de un equipo que acabó descendiendo. Dejó, eso sí, un hat-trick ante el Recreativo. En esos días se habló incluso de que su siguiente paso sería la Juventus de Turín. El destino, ya conocido, lo esperaba en Zaragoza, después de lograr debutar con el primer equipo y de participar incluso en el desplazamiento madridista a la final de Copa ante el Barcelona.

Por ahí se mueve la historia de Willian José, que un buen día fue contratado por el Deportivo Maldonado de Uruguay, club que ha marcado su carrera de una manera sorprendente. Nunca ha llegado a jugar. Es más, bien lejos de establecerse, ha sido un nómada del fútbol, con cinco cesiones en los últimos tres años. Fue en su segunda temporada en el Sao Paulo, no obstante, donde logró refulgir. Marcó 15 goles y confirmó las cualidades que le habían llevado a aquella maravillosa selección sub-20, con la que, por cierto, marcó un gol que ayudó a la eliminación de España en los cuartos de final.

Más tarde pasó por el Gremio de Porto Alegre y el Santos, donde debutó el 29 de mayo del 2013, tres días después del último partido de Neymar en el estadio de Vila Belmiro. No dudó incluso durante su escaso medio año en el Santos en copiar alguna de las famosas celebraciones del barcelonista al marcar, como la famosa de los toiss (así se conoce a su grupo de amigos). Eran los años de las estrellas. Ahora, asegura, llegan los años de los goles. Al menos 15 en Zaragoza.