Un león dormido o herido sigue siendo un león. Cuando menos se espera puede volver a rugir. Un león es Alberto Zapater, que ayer demostró estar en un buen estado de forma tras sus múltiples problemas físicos de los últimos años y que, a ganas de rugir y de defender el escudo del Real Zaragoza, no le va a ganar nadie. Los ojos estaban puestos en él y en Cani, los dos hijos pródigos regresados para devolver la fe y la ilusión del zaragocismo, y ninguno defraudó en el partidillo de entrenamiento celebrado ayer en La Romareda. Fueron los más aplaudidos por los casi 2.000 aficionados presentes, el ejeano por su presencia y despliegue físico, el mediapunta por su visión de juego. La otra buena noticia para el Zaragoza fue el estado de Wilk, ya recuperado de su lesión, convertido además en el único goleador de la sesión.

Faltan y sobran jugadores pero el primer esbozo de Luis Milla dejó entrever la idea de equipo ordenado y solidario, que debe saber qué hacer con y sin balón. No hubo pelotazos sin sentido sino la búsqueda siempre del mejor camino posible. Sorprendió Zapater por su estado, porque fue el de siempre. Motivado como un juvenil, mostró su jerarquía, mandó en su territorio, abarcó el mayor terreno posible, corrió arriba y abajo aunque fue retrasando su posición conforme avanzaban los minutos. Milla lo sustituyó casi al final.

Cani actuó por la banda izquierda y no se le vio fallar ningún pase. Uno de los gestos de mayor calidad fue suyo, un regate sobre Isaac que le permitió sacar un buen pase entre líneas y provocó el aplauso de la grada. El resto de caras nuevas pasaron más desapercibidas. Xumetra exhibió velocidad que le sirvió para plantarse ante Manu Herrera dentro del área, pero el portero ganó el mano a mano. Los laterales Fran Rodríguez y Casado estuvieron discretos y apenas se vio a Álex Barrera hasta que tuvo el empate en sus botas en el tramo final a pase de Casado. Además, Diego Suárez comenzó entonado filtrando pases para Ángel, pero éste no acertó en las dos ocasiones de gol que tuvo.

Luis Milla alineó lo que tenía, dos onces completados con siete juveniles. Solo le sobran porteros, que tuvieron una parte cada uno. Whalley y Alcolea en el equipo con peto amarillo y Ratón y Manu Herrera en el conjunto azul. Junto a Whalley formaron Rico, Subías, Jesús Álvarez e Isaac en defensa, Zapater escudado por Wilk y Javi Ros en el centro, Villalba y Xumetra por las bandas y Dongou en punta. Con Ratón comenzaron Fran Rodríguez, Arnau, Cabrera y Casado en defensa, Erik Morán, Diamanka, Cani por delante y Barrera, Suárez y Ángel en ataque.

Aunque solo fueron dos tiempos de media hora (con árbitro turolense, Baiges Dones) hubo minutos de dominio para ambos, con mejor incio y final del cuadro azul y mayor presencia amarilla sobre todo al inicio de la segunda parte. El triunfo fue amarillo con un disparo seco de Wilk dentro del área. El entrenamiento terminó con aplausos y regalos que los futbolistas lanzaron a la grada, balones, gorras y bufandas, antes de los autógrafos y selfies de rigor. Zapater no entró al vestuario hasta que no atendió a todos y cada uno de los que le esperaban.