Regresa a Zaragoza León Arsenal, un autor muy conocido y apreciado aquí, desde que en 2006 ganara el Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza con un título que se ha convertido en un clásico: La boca del Nilo.

En esta ocasión, Arsenal nos presentaba su nueva novela, Última Roma (editorial Edhasa) una inmersión en la Hispania del siglo VI, un poco el magma, la laguna, el laboratorio de España.

De la lectura de Última Roma voy a quedarme, sobre todo, con la imagen del rey visigodo Leovigildo viendo llover en el delta del Ebro casi con la misma melancolía con la que el coronel Aureliano Buendía, nacido de la pluma de Gabriel García Márquez, veía llover en Macondo. Bajo un toldo, rodeado --pero a prudente distancia--, de sus generales, nobles y siervos, Leovigildo se abandona a una caprichosa sucesión de pensamientos mientras las gruesas gotas de una lluvia nutrida caen sobre las lagunas del delta del Iberus, ahuyentando los pelícanos y encrespando sus olas.

Pero Última Roma es, también, una novela coral que nos retrotrae al origen, igualmente coral, híbrido, mestizo, de lo que hoy llamamos España. Godos, suevos, cántabros, britones, vascones y miembros de otras tantas etnias se disputan el dominio de la península ibérica. Arsenal, profundo conocedor de la civilización visigoda, tira de fuentes históricas para ilustrar un episodio militar según el cual el imperio romano trató de restaurar su poder en el norte de Spania, desplazando fuerza militar y un aparato diplomático, que era como diplomáticamente antes, ahora y siempre se designa a los espías.

De la lectura de esta novela se pueden extrapolar lecturas muy actuales sobre el candente momento político que vive nuestro país. Nada, en el fondo, tiene de extraño si tenemos en cuenta que nuestra historia reproduce una y otra vez esos modelos convulsos, en un proceso tras otro de conquista, integración y conversión de pueblos en alianzas, unidades o identidades sujetas a una serie de principios de fidelidad. Cuando estos quiebran, asoman de nuevo el hacha vascona y el gorro panonio, el tatuaje celta y la calzada romana.

Arsenal trabaja la historia desde el punto de vista del individuo. Por eso es uno de los pocos autores modernos del género.