Este año, 1617, que recoge de manera documental la primera licencia conocida para realizar la procesión del Santo Entierro de Cristo, en aquel entonces, en la tarde del Sábado Santo, marca de una manera transversal la realidad de nuestra Semana Santa.

Francisco Lamata, deán del cabildo de la Seo, concedía a la Hermandad de la Sangre de Cristo, a petición de Jerónimo Mipanas, oficial de esta cofradía, licencia para efectuar la procesión del Entierro de Cristo el siguiente Sábado Santo.

Para el doctor en Historia del Arte, Antonio Olmo, este es el documento definitivo que afianza que el Santo Entierro comenzó en 1617 «al no haber licencias para efectuar esta procesión en años anteriores y al omitirse, en la licencia hallada, la consabida cláusula de que la procesión transcurra por los lugares acostumbrados, porque de hecho el Entierro de Cristo fue una novedad ese año» (Olmo Gracia, Antonio: La Semana Santa en Zaragoza entre 1596 y 1628 a través de unas licencias de salida procesional inéditas. Redobles nº16. Asociación Cultural Redobles, 2014.)

Es de tal importancia el evento en sí, que si uno visita Wikipedia, la enciclopedia del saber de hoy en día, en los acontecimientos destacados de dicho año, se comenta la celebración en Zaragoza de la Procesión General del Santo Entierro.

Rescate

Hace escasamente nueve años celebrábamos el segundo centenario del rescate del Cristo de la Cama, con una procesión especial que sacó al Cristo a la calle en unas andas a varal. Hoy veremos a esta estupenda talla del siglo XVI procesionando en el 400 aniversario del Santo Entierro, esto no quiere decir que el Santo Entierro haya salido a la calle cuatrocientas veces, varias han sido las ocasiones en que se ha suspendido, por ejemplo, durante los Sitios de Zaragoza, la Segunda República y unas cuantas veces más por inclemencias climáticas.

Pero es el año 1935 el que cambia radicalmente el escenario de una celebración que en muchos siglos no había tenido más cambios que la incorporación de nuevos Pasos después de que en el Segundo Sitio de Zaragoza, año 1809, los franceses volaran el convento de San Francisco, ubicado en la actual DPZ. Con él se perdió todo el patrimonio de nuestra Semana Santa, a excepción del Cristo de la Cama, que fue rescatado el 17 de febrero, por una valiente mujer llamada María Blánquez. Faustino Casamayor, cronista de la Ciudad, así lo relata:

«El fuego siguió como siempre y hubo muchas voladuras, entre ellas la de la casa de Asín, junto a la de Tarazona, en el Coso y mucha parte del convento de San Francisco, atreviéndose no obstante una mujer a entrar hasta la capilla de la Sangre de Cristo, y tomando una bandera de las cuatro que figuraban una de las partes del Mundo, avisó a unos hombres y pudieron sacar la esfinge de Nuestro Señor en la Cama, que servía para las funciones de la Semana Santa y con ella y dos hachas marcharon a palacio donde se encontraba el general José Palafox. Éste, muy enfermo, la reverenció, adoró y mandó se llevase con hachas y se colocase dentro de la Santa Capilla del Pilar, lo que se verificó colocando la Cama junto al rejado frente al altar de los Santos Convertidos, en disposición de que pudieran los fieles besar su mano por el rejado».

Fue en 1935 cuando los portadores de los Pasos, trabajadores contratados y denominados terceroles, hicieron huelga y ello fomentó la creación de las cofradías que hoy en día conocemos.

Todas las cofradías, al igual que la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, que organiza el Santo Entierro, no cesan su actividad al acabar la Semana Santa porque mantienen una importantísima acción social a lo largo del año.

La tarea encomendada a la Hermandad de la Sangre de Cristo es la recogida de cadáveres de los desamparados y de los sujetos a actuaciones judiciales, acompañándolos al depósito judicial. Los Hermanos Receptores están obligados a realizar, al menos, una guardia al año, entre el viernes a las doce del mediodía hasta el viernes siguiente, durante las veinticuatro horas del día. Tras la llamada del juzgado de guardia al Hermano Receptor, se inicia el operativo de recogida, que concluye con la entrega en el Instituto de Medicina Legal de Aragón.

Cuatrocientos años más tarde, el protagonista sigue siendo el Santo Entierro, la expectación que despierta entre los cofrades y los ciudadanos y turistas es espectacular. La procesión de procesiones es en realidad una única procesión en la que participan todas las cofradías de Zaragoza, puesto que todas ellas son filiales de la Sangre de Cristo.

No es una sucesión de procesiones, es una sola... el Santo Entierro. Todo el conjunto forma un completo Via Crucis, una secuencialización de la Pasión de Cristo, que culmina en un Cristo yacente que convoca a todos a acompañarle en su entrega.