Calanda (Teruel) cumple con la tradición de la "rompida de la hora" en la que los asistentes, vestidos con túnicas moradas, se reúnen en el centro del pueblo para comenzar a tocar sus bombos y tambores al unísono, un toque que conmemora el fallecimiento de Jesucristo.

La encargada este año de dar el primer toque al gran bombo que supone el pistoletazo de salida al sonar de cientos de bombos y tambores ha sido la cineasta Isabel Coixet, cumpliendo con la costumbre de esta localidad de vincular los tambores y el cine.

Puntuales, a las doce del mediodía, la cineasta y Pedro Guarc, de la cofradía conocida como "la burrica", encargada este año de compartir el honor con el invitado especial, han roto el silencio con el que se recibe la "rompida".

Justo después de que el alcalde, José Ramón Ibáñez, diera la orden bajando la vara de mando, en presencia del presidente de Aragón, Javier Lambán.

Han comenzado así 24 horas ininterrumpidas de toques de bombos y tambores por las calles hasta el silencio de mañana, cuando el sonido de estos instrumentos cesará hasta la próxima Semana Santa.

Calanda es la localidad de la ruta más famosa gracias, en buena medida, a la difusión de esta tradición que dio a conocer el cineasta calandino y universal, Luis Buñuel, pero forma parte de la Ruta del Tambor y el Bombo, junto a otros ocho pueblos de Teruel, que cuenta desde 2014 con el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

"Buñuel ha sido el mejor embajador" de los tambores y bombos y "ha tenido mucho que ver en que los tambores y bombos estén en el plano que hoy están", explica a EFE el presidente de la Ruta, Segundo Bordonaba.

Antes, anoche, sonaron en las otras siete localidades de la Ruta que celebran este acto -Albalate, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén-, ya que en Alcañiz no está incluido en la programación de la Semana Santa.

El siguiente paso ahora en los reconocimientos de esta tradición es la candidatura que presentará el próximo año España para que la tradición de los bombos y tambores, que Teruel comparte con otras provincias, se convierta en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

"No ha sido fácil explicar las peculiaridades de esta tradición", reconoce Bordonaba, que destaca sobre todo que se trata de una costumbre intergeneracional: "En las procesiones o en las cuadrillas voy tocando con mis hijas y este año con mi nieto. Puede haber hasta cuatro generaciones".

Familiar y de reencuentro, porque estos días suponen para esta zona de Teruel fechas de vuelta a casa. Los hoteles están al cien por cien pero la afluencia supera, con mucho, la capacidad hotelera de esta zona y las casas se llenan de familiares y amigos.

El presidente de este consorcio que forman los nueve pueblos destaca también que se trata de una tradición en la que conviven perfectamente el elemento religioso y el festivo.

Los tambores y bombos sirven "para celebrar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pero también que la primavera nace y comienza otra vez el ciclo anual".

El origen de esta tradición no está claro aunque, explica el responsable del consorcio, hay documentos que hablan en Calanda de un fraile que en 1627 "invitaba a la gente a tocar cacharros en la procesión", añade Bordonaba.