Media noche del Miércoles Santo y la plaza del Pilar era puro sentimiento durante el popularmente conocido como Encuentro entre Jesús del Calvario y la Virgen de los Dolores. Salvo el sentido del gusto, los otros cuatro estuvieron activados significativamente.

Trece turíbulos envolvieron este escenario de un misticismo único gracias a un incienso dulce muy propio de los pasos de palio; las cornetas, bombos y tambores rasgaron los tímpanos de los asistentes mientras Madre e Hijo se veían por última vez antes de la crucifixión; los dos hermanos mayores de ambas cofradías, José Luis San Juan y Óscar Luis García, se abrazaron en su último año presidiendo este acto como decanos en el cargo, y la basílica del Pilar que volvió a ser el decorado perfecto para enmarcar tan emotivo acto en los teléfonos móviles del centenar de personas que acudió. Ayudó a ello el tiempo. Acompañó más que en ediciones pasadas donde el cierzo quiso estar presente.

Antes de llegar a la plaza que es símbolo de la Hispanidad, La Dolorosa y El Calvario salieron de sus templos, San Cayetano y Santa Engracia. Sus pasos fueron acompañados por más de 900 cofrades que conformaron las secciones de instrumentos, así como los hermanos de vela y las mujeres de mantilla o manolas. Uno de los momentos más emocionantes antes de que comenzara el Encuentro fue cuando realizaron el Quinto Dolor los hermanos de San Joaquín y la Virgen de los Dolores ante la Real Maestranza de Caballería. El poco espacio en la adoquinada calle Dormer lo hizo más íntimo si cabe.

La tradición se impuso un año más en el Encuentro que este año cumplió 77 años. La virgen realizada por Manuel José Calero en 1949 y la imagen de Jesús con la Cruz a Cuestas de Tomás Llovet, realizada en 1818, fueron las protagonistas. Las otras dos representaciones de las caídas del Calvario permanecieron en un segundo plano. Los exornos florales fueron otro elemento que mantuvo la tradición. Los pies de la Dolorosa se colmaron de rosas rojas y claveles blancos, mientras que Jesús coronó un monte de claveles rojos, además de llevar centros con antorium.

CRISTO DE MIÑARRO

Una hora y media antes del principal acto de esta jornada Las Siete Palabras realizó el traslado del Cristo que representa la séptima palabra y que impresionó en Sevilla al salir del taller del imaginero y catedrático Manuel Miñarro cuyo trabajo con la gubia es uno de los más destacados en la actualidad. La talla que puede ser venerada todo el año en el Pilar fue portada a hombros por los hermanos de esta cofradía hasta la iglesia de San Cayetano, donde se colocó sobre la canastilla con la que procesiona el Viernes Santo por la mañana. Curiosamente lo hizo sin el característico sonido del tambor y el bombo que introdujo esta hermandad en la Semana Santa de Zaragoza y a la que siguieron el resto.

En este Miércoles Santo también realizaron vía crucis La Humildad, La Llegada y La Crucifixión. La procesión del Ecce Homo, la talla más antigua que procesiona en la ciudad, del siglo XV, volvió a emocionar al atraversar el Puente de Piedra.