<b>SEnD</b>Antes de la cuaresma dos de las tres capitales de provincia aragonesas le nombraron pregonero de su Semana Santa. ¿Se lo esperaba?

--No me lo esperaba en absoluto, estaba centrado en mi trabajo de preparación de estas fechas como arzobispo y me llamaron. Los consiliarios de las cofradías de ambas ciudades dijeron que sería buena ocasión hacerlo conjunto porque no es tan fácil dejar tu diócesis.

<b>SEnD</b>¿Es la primera vez? De ser así hace usted doblete. ¡Menudo estreno!

--No es la primera, por los destinos en los que he estado me han ido llamando. Me acuerdo de Barbastro, de Calanda o de Logroño. ¡Me tendrán algo de cariño, digo yo! Lo de hacer doblete los curas ya estamos acostumbrados con ir a dar misa a varios pueblos.

<b>SEnD</b>¿Cuáles son las ideas que quiere transmitir en el pregón? ¿Se acordará de alguien o algo?

--El pregón hecho por un obispo siempre pretende ayudar a entrar en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurreción de Cristo. Quiero que no nos quedemos en lo externo, que penetremos en lo que estamos celebrando. En Huesca recordaré a don Javier Osés que fue el obispo al que sucedí como administrador apostólico, un gran obispo que estuvo 30 años y al que Huesca tanto quiso. Y en Zaragoza cómo no voy a recordar a don Elías con quien trabajé. De él aprendí mucho.

<b>SEnD</b>¿Ha pertenecido a alguna cofradía?

--No, en mi pueblo no había cofradías. Cuando luego me destinaron a un pueblo en el que había muchas es mejor no hacerse de ninguna y participar en todas.

<b>SEnD</b>Usted es turolense, la tierra del tambor y el bombo. ¿Se le da más importancia a este instrumento que a lo que verdaderamente significa la Semana Santa?

--Darle más o menos importancia depende de cada uno. Creo que participar en la rompida de la hora ayuda a introducirse en algo que no tiene mal. A partir de ahí comienzan a amar a la imagen de su propia cofradía y, aunque no sea practicante, cuando tenga momentos difíciles se acordará de su devoción. Algo es algo. El amor de un cristo de 2.000 años ayuda a los que sufren ahora.

- ¿Ve necesario mejorar la catequesis entre los cofrades?

--La catequesis hay que mejorarla entre todos, hasta entre los obispos. No porque hayamos oído la catequesis de la comunión o la confirmación es suficiente, a Dios se le ama cada día. No conoces a tu marido o tu mujer porque te has casado, es algo diario. La formación no hay que dejarla de lado, hay que potenciarla.

<b>SEnD</b>La Semana Santa es muy diferente según el lugar en el que se vive. En el sur, a diferencia de aquí, las hermandades tienen un gran peso en la vida de una parroquia. ¿A qué cree que se debe?

--Al carácter. En Castilla se vive con profundidad y en el sur esa profundidad se externaliza. Lo bueno de Aragón es que nuestro carácter es de aunar.

<b>SEnD</b>¿Cree que las relaciones párroco y hermandad deberían cambiar? ¿De qué forma?

--Los párrocos siempre están integrados como consiliarios, ellos tienen su responsabilidad. No obstante, todo depende del carácter del sacerdote y del hermano mayor, la relaciones personales entre ellos marcan. Hay que mejorar siempre para mostrar el misterio de Dios en la calle con corazón y convencimiento.

<b>SEnD</b>No me podrá negar que ello conlleva que la religiosidad esté siempre en la calle... ¿No le producen una cierta envidia esos actos de fe públicos?

--No, lo bonito es que cada uno evangelice con su carácter y manera de ser. La Iglesia está formada por distintos colores que hacen un arcoíris precioso.

<b>SEnD</b>Hablando de cofradías. ¿Cree que su labor es entendida por la población?

--Habría que preguntarlo en la calle, pero creo que la mayoría de la gente agradece su labor porque participa en ellas, aunque sea viéndolas cuando salen a la calle. Esto es como el fútbol, mucha gente dice ¡cuánto fútbol!, pero al final en uno está el verlo o no. Con la Semana Santa pasa lo mismo, además dura solo una semana. Hay que respetarlo, porque los creyentes tienen el derecho a externalizar su fe, que no solo viva en su corazón.

<b>SEnD</b>Cuando uno habla con hermanos mayores todos destacan que han aumentado el número de miembros. ¿Es una moda?

--Es difícil analizarlo. Ha habido un momento que gustaba mucho a los jóvenes por el tambor. Eso les gustaba a ellos, era como una fiesta, pero voy percibiendo que el hecho religioso toca el corazón de gente que necesita valores. La sed de Dios está ahí y formar parte de una cofradía es el comienzo para buscar sentido al dolor, la soledad y a la muerte.

<b>SEnD</b>Usted fue obispo auxiliar de Zaragoza con Elías Yanes como arzobispo y vivió de cerca la Semana Santa en la ciudad. ¿Qué recuerda de la misma? ¿Qué le emocionaba?

--Estando en Zaragoza participé en varias procesiones. Era todavía vicario y me acuerdo de la vez que tuve que predicar la cuarta palabra, el encuentro de la Virgen con Jesucristo. Me impresionó el silencio para acompañar a Cristo y para oír la cuarta palabra ese Viernes Santo. También tengo grabado el respeto que hay en el Santo Entierro.

<b>SEnD</b> ¿Ha vuelto alguna vez a ver la Semana Santa?

--La verdad que no he podido porque un arzobispo tiene que ejercer en el destino al que le mandan. Sí es verdad que tenía ganas y, especialmente, de volver a Calanda para tocar el bombo. Lo tengo guardado para la jubilación.

<b>SEnD</b>¿Cree que existe el peligro de que la Semana Santa se banalice? ¿Qué riesgos ve?

--Siempre podemos banalizar todo. El amor, el trabajo... la Semana Santa no se escapa. Lo hacemos cuando no se vive desde dentro y no se trabaja en coherencia y se pierde el por qué, de dónde viene y cómo se llega. Por eso es importante la formación. Si solo se participa en Semana Santa y no se vive la caridad no tiene sentido.

-Para finalizar, dígame cuáles son sus devociones.

--Nada más levantarme rezo ante una imagen de la Virgen en Pentecostés, quien, tras asearme, me lleva a Cristo porque voy a mi capilla donde tengo el Santísimo. Esto me recuerda a la visita que realizó la reina Fabiola de Bélgica a la basílica del Pilar porque quería conocer de cerca esta devoción mariana. Delante de ella me preguntó extrañada: «¿Dónde está el sagrario?» Y yo le conté que en una capilla, adonde nos suplicó ir para rezar. Como bien me dijo, a Jesús se va por María. La vida hay que acabarla en Cristo y siempre trabajar por lo que él quería: los pobres.