Medio millar de kilómetros separan Elche de Zaragoza. Es la distancia que completan todos los años las hojas de palmera alicantinas para viajar hasta la capital aragonesa. A su perfil estilizado y ligeramente amarillo se le pueden asociar varios conceptos como la flexibilidad pero, sin duda, el inicio de la Semana Santa se encuentra absolutamente unido a esta planta.

Las palmas marcan el Domingo de Ramos que se celebra hoy, y rememoran la entrada de Jesucristo montado a lomos de una burra en Jerusalén. Allí, fue recibido y aclamado por una multitud que portaba ramas de palmera y de olivo.

En la capital aragonesa es la cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén la que se encarga de la procesión. «Las palmas se compran siempre en Elche, que es el distribuidor, generalmente, para toda España», explica el Hermano Mayor de la cofradía, Óscar Trigo.

Unas 250 hojas de palmera secas se reparten entre los asistentes y ayudan a rememorar esa entrada de Jesús aclamado por la multitud. Además, otras cinco palmeras verdes recién cortadas que presta el hospital neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen complementan el paisaje como varas de cierre, mientras unas cuantas ramas de olivo decoran el paso.

La empresa ilicitana que se encarga de trabajar las hojas para esta cofradía, La Palma Blanca, detalla en su página web el proceso de elaboración artesanal de estos elementos. En primer lugar se realiza el atado desde el 8 de diciembre y hasta principios de junio, una operación que agrupa mediante cuerdas artesanales e hilos de plástico las palmas exteriores alrededor del ojo de la palmera, de tal forma que deja la parte de arriba abierta. El objetivo es que la luz del sol no entre para que obtengan su característico tono blanco amarillento.

En septiembre, llega la recolección. Los palmereros suben a cortar las ramas blancas y retiran las exteriores, con la precaución de respetar las palmas necesarias para que el árbol no sufra daños. A ello le sigue la limpieza de las hojas y su lavado en balsas. La última operación, en el caso de las palmas rizadas, es precisamente darles forma de manera manual. Lo suelen hacer las mujeres y resulta muy laborioso.

De esta forma, el paso avanza entre palmas y cofrades desde la iglesia de San Cayetano de Zaragoza para concluir de nuevo en este templo, no sin antes de pasar por las calles Manifestación, Alfonso I, Coso, la plaza España, Don Jaime, la plaza del Pilar y, por último, de nuevo Alfonso I y Manifestación. En torno a medio centenar de miembros suelen participar en la celebración. Precisamente, se trata de la cofradía con mayor proporción de cofrades en relación al número de hermanos, que contabiliza unos 770 en total.

Una procesión caracterizada por las palmas, pero también por las carracas que, aunque no son invención de esta cofradía y se tocan en otros lugares, se empezaron a incorporar a partir de 1963. También resulta destacable el paso, obra de los hermanos Albareda y que tiene la particularidad de ser el que más figuras tiene de toda España. Y, por supuesto, la participación de los más pequeños: «Dentro de todos los misterios de la Pasión, digamos que es el más alegre», concluye.

Para contribuir, en la capital aragonesa, desde hace unos días ya se podía constatar la presencia de los tradicionales puestos de palmas y golosinas.