Al jueves de miedo con cuatro casos de sospechosos de ébola, siguió ayer un viernes de alivio. Los primeros análisis dieron negativo en todos los casos. Ahora habrá que esperar 72 horas para hacer una segunda prueba, pero ya es poco probable que estén infectados. Una sonriente Soraya Saénz de Santamaría salió a confirmarlo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, satisfecha porque los cuatro parecen libres de la amenaza, pero también consciente de que la forma en que se había gestionado esta minicrisis valida el golpe de mano en el que apartó de la primera línea a la ministra de Sanidad, Ana Mato.

La primera buena noticia llegó a la Moncloa a las tres de la madrugada. Se trataba del caso de Ernesto, un enfermo que había viajado en la misma ambulancia que la auxiliar de enfermería Teresa Romero, única infectada en España por el virus hasta ahora. Se consideraba el caso de "más bajo riesgo", pero ingresó el jueves por un cuadro febril.

El día anterior ya había llamado asegurando que tenía 40 grados de fiebre pero se comprobó que no tenía ni décimas. Es toxicómano y ha estado ingresado en un centro psiquiátrico. Sufre varias dolencias relacionadas con su adicción.

Junto al análisis de Ernesto llegó el del ciudadano nigeriano que llegó el jueves a Madrid en un vuelo de Air France procedente de París, con temblores y síntomas de fiebre, lo que obligó al aeropuerto de Barajas a activar el protocolo por ébola. Los análisis dieron positivo, pero en malaria, una enfermedad que es también compatible con los síntomas que presentaba.

Poco antes de la conferencia de prensa de la vicepresidenta, la Consejería de Salud de Canarias hizo público que el cooperante de Cruz Roja ingresado en Tenerife sufre también malaria, pero no ébola. Era el sospechoso de mayor riesgo al haber estado trabajando como voluntario con infectados en una zona de alto riesgo en Sierra Leona. Sufría un cuadro febril y dolor de garganta. El último caso, el del misionero de la orden de San Juan de Dios, que ingresó de madrugada en el Carlos III, era de menor riesgo, pero aun así elevado. Estuvo trabajando en Monrovia (Liberia) en la reapertura del hospital que la orden tuvo que cerrar por el gran número de casos de ébola que se produjeron entre su personal.

"Los veo sonreír y yo también lo hago", dijo la vicepresidenta al contar las buenas noticias a los periodistas. Fuentes del Gobierno indicaron que casos como los que gotearon el jueves se pueden dar muchos en el futuro e incluso puede que alguno de ellos termine dando positivo, pero que lo verdaderamente importante es que se pueda "ofrecer una respuesta inmediata". "Lo importante es tener los mecanismos a punto y eso se demostró ayer", señalaron, en contraste con la deficiente gestión llevada a cabo por Sanidad y la Comunidad de Madrid en el caso de Teresa Romero, insistieron.

A esto debería referirse ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando, desde Milán, aseguró que la situación ya "está encauzada". "No se puede descartar que pueda producirse otro contagio por el virus, pero tendremos capacidad para actuar con rapidez", dijo Rajoy. La que no hubo durante los seis días que la auxiliar se paseó por Madrid infectada y con fiebre.