Oumo Totopa se desespera después de seis meses sin ver a su pequeño, Abderraman, de 4 años. «Lo único que yo pido es que me devuelvan a mi hijo, le necesito. No es nada fácil que a una madre le quiten a su hijo. Tengo que recuperarle, he hecho todo lo que me han pedido y no me dejan ni siquiera hablar con él». Un interminable trámite burocrático se interpone entre esta madre inmigrante, que espera en una casa de acogida de Jerez de la Frontera (Cádiz), y el pequeño, atendido en Melilla. Tras rechazar las pruebas privadas realizadas, espera a que un laboratorio de Granada analice la saliva enviada por correo -sin cadena de custodia— para que los servicios sociales de la ciudad autónoma la reconozcan como la madre del menor.

No es la primera vez que el Gobierno de Melilla recibe quejas por la demora en certificar las muestras de ADN que garantizan el vínculo familiar entre inmigrantes, una prueba fundamental cuando son menores los que llegan en patera. Tras conocer la situación de Oumo, el Defensor del Pueblo ha decidido remitir el caso a la Fiscalía General del Estado e intervenir ante la Consejería de Bienestar Social de Melilla para lograr establecer al menos un régimen de visitas hasta que se pueda acreditar su vínculo familiar.

viajó CON SU TÍA / Mientras eso ocurre, la madre se tiene que conformar con mirar las fotos del niño en el móvil. «Desde que he llegado a España mi corazón está llorando». Huidos de Costa de Marfil, y tras unos meses refugiados en un bosque en el norte de Marruecos junto al niño y su hermana, en marzo llegó la oportunidad de subir a una patera. Enferma y sin fuerzas, optó por que fueran ellos quienes aprovecharan la oportunidad. Los campamentos en el bosque, dice, «no son un buen lugar para un niño» y su hermana podría cuidarle. «Por eso le di a mi hijo para que viniera, pero no sabía que iba a ser algo malo».

Salvamento Marítimo rescató la lancha cuando estaba a punto de hundirse, y una vez en tierra, separaron a la tía y niño al no poder acreditar que fueran familia. Abderraman acabó en el Servicio de Protección del Menor de Melilla, y la tía, en Bilbao. Apenas un mes después, Oumo se recuperó y reunió el dinero para cruzar. Lo logró el 10 de abril, después de ver morir ahogados a tres personas antes de ser rescatada. Tras pasar por el CIE de Algeciras, terminó en una casa de acogida de Jerez.

Nada más llegar a suelo español, lo primero que le dijo a la policía es que quería reunirse con su hijo y su hermana, que habían llegado antes. Según descubrió después, las autoridades comprobaron que su hermana era familiar del niño, pero no se lo entregaron. Las oenegés Women’s Link y la Fundación La Merced de las Migraciones denuncian que solicitaron en varias ocasiones el reagrupamiento familiar, pero no lograron ni que pudiera contactar con el pequeño por su cumpleaños. «El Estado no puede quedarse con los hijos e hijas de las mujeres migrantes por el simple hecho de que se encuentren en situación administrativa irregular. Eso es discriminación y racismo», lamenta Teresa Fernández, abogada de Women’s Link, quien teme que como en algunas otras ocasiones, se inicie un proceso de adopción sin su consentimiento.

PRUEBAS ANULADAS / Las asociaciones reprochan que las autoridades de Melilla no solicitaran un trámite administrativo para reconocer a la mujer. Con su ayuda, Oumo se sometió a pruebas de ADN en laboratorios con validez legal para confirmar la filiación, unos resultados que mandaron a los servicios sociales junto a documentación y fotos que demostraban su vínculo con el niño. Fue entonces, el 22 de septiembre, cuando desde Melilla les explicaron que esas pruebas no eran válidas y que «mandara un palo con saliva por correo».

Pero Melilla carece de laboratorios para realizar las pruebas, por lo que han tenido que reenviar la muestra a Granada. Todavía siguen esperando alguna noticia. Desde el Gobierno de Melilla reiteran que han actuado conforme a lo que marca la ley, insistiendo en que para cualquier reagrupación familiar hay que comprobar la relación paternofilial, y aseguran que las oenegés solo se pusieron en contacto con ellos el 14 de julio mediante un escrito al que los técnicos respondieron informando del procedimiento a seguir.

PEDIR PERDÓN A MELILLA / «Todos los días me digo que si llego a saber que la travesía era así, nunca hubiera tomado la patera», afirma Oumo, «pero no había otra opción, estábamos muy necesitados». Y asegura que «si se trata de pedir perdón por haber enviado así al niño, pido perdón al Gobierno y a la gente de Melilla». «Hemos hecho de todo, y aún nada. Son seis meses sin verle. Estoy sufriendo mucho y no quiero sufrir más, solo quiero reunirme con mi hijo».