La privación y la pobreza son el día a día de más de 20 millones de niños y niñas en toda Europa. España es el segundo país europeo con mayor tasa de pobreza infantil, 12 de cada 100 niños pobres en Europa residen en nuestro país. Además, es una situación cada vez más cercana…

Prácticamente la mitad de los españoles (46%), según una encuesta de Save the Children, conoce a alguien en situación de pobreza, bien sea entre sus amigos o conocidos, o entre la propia familia. Además, cuatro de cada diez personas entrevistadas reconocen haber llegado al menos a plantearse esa circunstancia aunque finalmente no haya revestido tal gravedad. De hecho, incluso uno de cada cinco españoles no ha podido hacer frente a los gastos del hogar o se ha visto obligado a reducir sus gastos de alimentación.

ES PRIORITARIO ACABAR CON LA POBREZA INFANTIL

Para la mayoría de los españoles acabar con la pobreza infantil es una prioridad. Prácticamente nueve de cada diez personas se definen como bastante o muy preocupadas por la intensidad de la pobreza infantil en España y consideran deficientes e inadecuadas las políticas implementadas en los últimos años para acabar con esta situación.

Esta percepción se corresponde además con los datos oficiales, ya que nuestro país tiene una inversión social insuficiente dirigida a la infancia; dedicamos solo el 1,3% del PIB frente al 2,3% de media europea. Además, España se demuestra incapaz de reducir la pobreza infantil a través de las ayudas - tan solo se reduce en 7,9 puntos porcentuales -, en comparación con otros países europeos como Irlanda que consigue reducir su pobreza en más 27 puntos.

SOLIDARIDAD CIUDADANA

Pese a la percepción negativa de la situación actual, siete de cada diez españoles se muestran dispuestos a involucrarse personalmente para ayudar a la gente en situación de pobreza. En los últimos años, como respuesta a la crisis frente a la inacción gubernamental para acabar con la pobreza, la sociedad reaccionó y se multiplicaron las expresiones de solidaridad social ciudadana.

Una de esas iniciativas simbólicas es el llamado “caffe sospeso” o “café pendiente”. Consiste en pagar anticipadamente un café a alguien que no tiene recursos para comprarlo. Esta idea surgió en la ciudad italiana de Nápoles y gracias a las redes sociales se está extendiendo progresivamente a diferentes ciudades europeas y se empiezan a encontrar nuevos derivados como la “baguette suspendue” en Francia, el “gelato sospeso” en Italia o el “bocata pendiente” en España para las familias con dificultades económicas. Podríamos seguir innovando y lanzar los libros de texto o el material escolar pendientes, los paquetes de cereales o las galletas pendientes, o incluso pagar por adelantado unos cuantos minutos de calefacción para las familias que ya no reciben ningún tipo de ayuda para pagar su factura de la luz.

De esos ejemplos resulta indudable que la ayuda mutua y las expresiones de solidaridad son baluartes necesarios para frenar la pobreza infantil en las familias que se encuentran con más problemas. De hecho, en España, la existencia de esas redes informales de apoyo social y emocional ha sido clave para afrontar gastos imprevistos, contar con ayuda ante los problemas de salud, para pagar actividades extraescolares de los nietos o contar con alguien cuando se tiene un problema. El compromiso de la sociedad civil es necesario para sostener la cohesión social del país y evitar un posible estallido social.

ES NECESARIO UN COMPROMISO POLÍTICO

Sin embargo, la caridad y la solidaridad ciudadana no son la solución definitiva para acabar con un problema estructural tan profundo como la pobreza infantil en España. Ante todo, lo que necesitamos es un compromiso político y en este momento de aprobación de presupuestos para 2017 el Gobierno de España tiene una oportunidad decisiva.

Desde Save the Children solicitamos dos acciones concretas a los Diputados para disminuir la cifra de niños y niñas viviendo bajo el umbral de la pobreza: Aumentar la inversión en políticas de protección social de la infancia y educación hasta alcanzar los niveles europeos y ampliar hasta los 100 euros mensuales la prestación por hijo a cargo, con una bonificación adicional de un 50% para familias monoparentales.

Sabemos que es posible puesto que otros países de nuestro entorno europeo lo están logrando. Por ello, actuar contra la pobreza infantil no puede seguir siendo un tema pendiente por más tiempo.

*Thomas Ubrich es investigador y analista social en Save the Children.