Los parisienses giraron ayer sus cabezas hacia su monumento insignia. Un edificio visible desde casi cualquier lugar de la ciudad y del que salía una amenazante estela de humo. El fuego duró una hora y sólo afectó a un habitáculo de la última planta en el que se encuentran las antenas de radio y TV, que es inaccesible a los seis millones de visitantes que la construcción recibe anualmente. No hubo heridos. Pero se trataba de la Torre Eiffel.

La intensa humareda comenzó a salir a las 19.20 horas, en una zona situada a 276 metros de altura, por encima de la última planta. Un centenar de bomberos y más de 20 vehículos acudieron al lugar, incluido el de un presentador de la televisión LCI, que retransmitió en directo el suceso. También se desplazó hasta allí el alcalde socialista de París, Bertrand Delanoë, quien pidió "nuevas verificaciones del sistema de seguridad".

Como medida preventiva, los 400 visitantes que se encontraban en la zona alta fueron evacuados primero, antes de continuar con el resto de los pisos. El incendio apenas tuvo repercusión para los turistas. Guilhem Vezies se encontraba con su familia en la tercera planta cuando el humo comenzó a ser visible. "No hubo ambiente de pánico ni miedo. No nos dijeron que había fuego en la torre", declaró.

La causa del incendio, según fuentes policiales, pudo ser un cortocircuito. Sin embargo, los ascensores siguieron funcionando. Y por esos mismos elevadores subieron los bomberos, quienes no tuvieron problemas para apagar el fuego.

Las dos primeras plantas de la torre estarán abiertas hoy, según el alcalde de París. El lunes pasado se inauguró un nuevo sistema de iluminación monumento. "Eso no ha tenido nada que ver con el incendio", declaró Delanoë.

La Torre Eiffel es el monumento de pago más visitado del mundo. Desde su inauguración, 200 millones de personas han recorrido sus terrazas. La mayoría de los visitantes usan los ascensores y no los 1.665 escalones del edificio metálico.