La voz al teléfono de Ana Julia Quezada antes de su detención era la de una mujer que no daba la más mínima muestra de preocupación. Se mostraba incluso amigable. Esa es la sensación que transmite una conversación telefónica grabada con ella cuando conducía el vehículo en el que llevaba, en el maletero, el cadáver de Gabriel Cruz.

El enviado especial de EL PERIÓDICO al lugar de los hechos, Manuel Vilaseró, llamó por telefóno al padre del pequeño, Ángel Cruz, poco antes de mediodía. Se llevó la sorpresa de que respondiera ella. Ana le explicó que acababa de dejarle y que se había llevado el coche.

Ella misma explica que está al volante y que, cuando pueda, le dirá a Ángel que le llame. Va en el mismo coche en el que la detendrán los agentes encargados del caso. Por la hora de la grabación y por lo que dice justo antes de colgar, parece ser que es cuando ya ha recogido el cuerpo sin vida de Gabriel, lo ha envuelto en una manta y lo lleva en el maletero.

No transmite la más mínima intranquilidad. “Espérate, ahora no puedo hablar, que tengo aquí a la Guardia Civil y al final me van a parar”. No lo dice con nervios. Y, después, se despide: “Venga, Manuel, ciao”.