JO25, un asteroide de 650 metros de diámetro, rozará hoy la Tierra. Pasará concretamente a 1,8 millones de kilómetros, una distancia que parece enorme -equivale a 4,6 veces la distancia Tierra-Luna-, pero que en términos astronómicos es una minucia. De hecho, es el asteroide de gran tamaño que más se acerca a la Tierra en los últimos 13 años.

¿Cuáles son las características del asteroide? El análisis del albedo, es decir, de cómo el asteroide refleja la luz del sol, ha permitido estimar un diámetro de 650 metros, explica Josep Maria Trigo, coordinador del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC), de Barcelona. «De llegar a impactar, un objeto de esta talla sería capaz de producir un cambio de era», insiste.

¿Hay riesgo en el tránsito de hoy? «Los cálculos excluyen que en este tránsito se pueda producir un impacto. Además, a corto y medio término las probabilidades son muy pequeñas», prosigue Trigo. De hecho, «se prevé que en los próximos tránsitos se aleje aún más de la Tierra». El próximo tránsito está previsto para dentro de 1.085 días (menos de tres años). Eso sí, aunque no impactará con la Tierra, sus dimensiones y su cercanía inferior a los 7,5 millones de kilómetros han llevado catalogarlo como objeto potencialmente peligroso.

¿Se podrá observar? Parece poco factible para telescopios domésticos, considera Montse Campàs, del Observatorio Montcabrer, en Cabrils (Barcelona). No solo es poco brillante -se espera una magnitud de 10,7 en horario nocturno de observación-, sino que se moverá muy rápido, por lo que se necesitará un telescopio robotizado con un espejo de más de 10 centímetros de diámetro.

¿De dónde vienen los asteroides? Los asteroides son un conglomerado de escombros de materia primordial que no llegaron a cristalizar en forma de planeta, así como también restos de colisiones entre cuerpos de mayor tamaño. «El 90% de los objetos en órbitas próximas a la Tierra surgen del cinturón principal situado entre Marte y Júpiter», explica Trigo.

¿Qué debe ocurrir para que se produzca una colisión? Cuando algunos asteroides caen en ciertas órbitas del cinturón principal su movimiento es perturbado por el impulso gravitacional de los planetas a los que se acercan. En este caso, pueden cruzar su trayectoria con la de un planeta, como por ejemplo la Tierra. «Los asteroides pueden cambiar sus órbitas muy rápidamente, dado que sufren perturbaciones asociadas a la absorción y emisión de la luz del Sol», explica Trigo. Así, un objeto podría pasar muchas veces cerca de la Tierra antes de alcanzar una ruta de colisión directa con ella.

¿Hay antecedentes de asteroides destructores? En tiempos históricos, el caso más conocido es el llamado Evento de Tunguska, un bólido de 80 metros de diámetro que en año 1908 explotó poco antes de caer sobre una región despoblada de Siberia. Destruyó prácticamente todo lo que había en un área de 2.000 kilómetros cuadrados, tanto como toda la provincia de Guipúzcoa. Más recientemente, un asteroide de 18 metros de diámetro explotó también poco antes de impactar con el suelo, a la altura de la ciudad rusa de Cheliabink, y causó 1.000 heridos.

¿Se puede prevenir el peligro? Por regla general, los grandes asteroides destructores que se encuentran en el cinturón principal son conocidos y se podría predecir su llegada a la Tierra con gran antelación, explica Joan Pau Sánchez Cuartielles, especialista de la Cranfield University. Muchos de los más pequeños alcanzan la atmósfera terrestre y se desintegran sin dejar rastro. Los de tamaño medio -de más de 10 metros, ya con un cierto peligro- son el gran reto. «La mayoría ni se conocen», añade Sánchez Cuartielles. «Es preocupante que tan solo podamos observar estos asteroides con pocas semanas de antelación», alerta Trigo.

¿Se podría destruir o desviar un asteroide peligroso? «Hasta que no haya una misión que desvíe un asteroide, solo podremos especular sobre si podemos hacerlo o no -cree Cuartielles-. En mi opinión, sí que tenemos la capacidad». Hay varias propuestas, incluyendo el envío de una nave para que efectúe un bombardero cinético (sin explosión) o de plasma. «La cuestión principal -añade el investigador- es detectar estos asteroides con suficiente antelación, ya que el tiempo entre el descubrimiento del asteroide y el impacto es un factor clave para poder desviarlo. Eso sí, para los asteroides pequeños que solo se pueden detectar con días u horas de antelación, del tipo Cheliabinsk, la única posibilidad sería intentar precisar el lugar del impacto y evacuar la zona, estima Sánchez Cuartielles.