Barbara Millicent Roberts, Barbie, la elegante, sana e independiente mujer que ha trabajado como astronauta, médica militar, buceadora, bombera y candidata presidencial mientras lucía modelos de Gucci, Galliano, Versace o Calvin Klein y suscitaba el odio furibundo de las feministas, cumple hoy 50 años en triple crisis: la global, la asociada a su edad y la del sector muñequero. Casi nadie permanece ajeno a la primera y Barbie puede buscar ahí consuelo; para combatir la segunda, el juguete más vendido del mundo, en uno de sus últimos modelos, se ha tatuado el cuerpo --también podría haberse comprado un deportivo, pero ya lo tiene y es rosa--; la tercera, sin embargo, es mucho más complicada.

Durante el último trimestre, las ventas de la muñeca han caído el 6% en EEUU y el 28% en el resto del mundo, un lugar distinto al de aquel 9 de marzo de 1959 en el que paseó por vez primera su estilizada figura. Barbie fue concebida para que jugasen las niñas de entre 9 y 12 años; hoy es un objeto para quienes tienen de 3 a 7. Y como Barbie, las demás. "Ante el avance de los videojuegos --dice Miriam Morante, experta en tendencias del Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU)--, los fabricantes crean muñecas para niñas cada vez más pequeñas. La franja superior ya se da por perdida".

VUELTA ATRÁS En cierto sentido, el mundo ha vuelto a ser el que era antes de Barbie. Hace medio siglo, cuando la empresa Mattel, basándose en una ficticia prostituta alemana, creó a Barbie, casi todas las muñecas tenían forma de bebé y las niñas jugaban a ser sus madres. Entonces apareció Barbie y lo cambió todo: era una mujer hecha y derecha y las crías podían imaginarse sus futuras vidas a través de ella, como refleja el anuncio de 1959, el primero destinado a los niños y no a sus padres. "Algún día seré igual que tú --decía la narradora publicitaria--. Hasta entonces sé perfectamente lo que voy a hacer. Barbie, hermosa Barbie. Fingiré que soy tú".

En pocos meses, la "hermosa Barbie" se había convertido en el juguete número uno en Estados Unidos. Se vendieron 350.000 piezas durante el primer año, una cifra ridícula si se compara con las actuales: cada segundo de cada día, se venden tres Barbies en 140 países del mundo, según explica Mattel, que ahora, en estos tiempos difíciles, trata de abrirse al mercado asiático.

Lo que se sabe ahora, y no entonces, es que la angelical muñeca tiene un origen repleto de sexo. Su creadora, la norteamericana Ruth Handler, se basó, probablemente violando los derechos intelectuales, en un muñeca alemana de vida disipada, Bild Lilli, una prostituta cuyos clientes eran hombres de negocios. Según la reciente obra Toy monster: the big bad world of Mattel, el principal diseñador de Barbie, Jack Ryan, casado en múltiples ocasiones --una de ellas con la actriz Zsa Zsa Gabor--, se dedicaba a montar orgías con mujeres idénticas a su criatura de plástico.

"Barbie es, sin duda, la representación de lo que la mujer actual quiere y aspira a llegar a ser", asegura la delegada en España de Mattel, Gloria Bosch. En un estudio publicado en el 2006, Agnes Nairn y Patricia Gaya Wicks, profesoras de la Universidad de Bath, en Inglaterra, informan de lo contrario. A través de entrevistas, concluyen que las niñas de entre 7 y 11 años disfrutan torturando a sus Barbies. Un ejemplo:

Primera niña: "Nuestra amiga hace eso con las Barbies".

Segunda niña: "Sí, las mete en el microondas".

Entrevistadora: "¿Las mete en el microondas? Oh, vaya".

Primera niña: "¿Verdad que lanzó una desde el tejado de casa?".

Segunda niña: "Sí. Acabó en el jardín del vecino de al lado".

El estudio sostiene que Barbie despierta el sadismo en las crías porque estas la consideran desechable pero, sobre todo, porque es "infantil".