Desde que Monsanto desarrolló el glifosato en 1969 y empezó a comercializarlo cinco años después, el herbicida se ha convertido en el más utilizado del mundo y es empleado hoy en más de 750 productos de agricultura y jardinería. Durante esas cuatro décadas, el gigante de la agroindustria (que a mediados de los 90 empezó a producir semillas transgénicas resistentes a ese producto, cuya patente se liberó en el 2000) ha defendido que el glifosato es seguro y la vía libre que ha ido recibiendo de reguladores en todo el planeta parecía darle la razón. Hasta ahora.

El viernes, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos dependiente de la OMS, incluyó el glifosato en la lista de "probables carcinógenos" para humanos. Y aunque la decisión anunciada en un artículo en The Lancet Oncology no es una recomendación política (y no implica una prohibición, que sigue estando en manos de los estados), reabre el debate sobre un químico que grupos medioambientalistas llevan tiempo criticando y ha puesto en pie de guerra a la industria.

Desde Monsanto, que el lunes vio caer casi un 2% su valor en bolsa y ha pedido una reunión con encargados de la IARC, se emiten comunicados con palabras como "indignación", el término que usó Robert Fraley, máximo responsable de tecnología de la empresa, que aseguró que se han "escogido" datos moviéndose por alguna "agenda interesada".

Desde el grupo de expertos de la OMS, mientras, se muestra "confianza en un proceso transparente y riguroso, basado en los mejores datos científicos disponibles y libre de conflictos de interés".

Los 17 científicos de 11 países usaron tres estudios realizados en EEUU, Canadá y Suecia desde el 2001 para llegar a la decisión de incluir el glifosato en la segunda categoría de más riesgo en una clasificación con cuatro niveles (en la que también incluyeron los insecticidas diazinón y malatión y, como "posibles carcinógenos", el tetraclorvinfos y el paratión). Por primera vez detectaron "aumento de riesgo para el linfoma no Hodgkin" en casos de exposición al glifosato. También se ha detectado en sangre y orina de trabajadores, "indicando absorción", y se han identificado alteraciones que apuntan a daños en los cromosomas en residentes de comunidades donde se ha rociado.

El peor escenario para Monsanto es que la Agencia de Protección Ambiental de EEUU altere su calificación del glifosato, aunque por ahora el organismo oficial solo ha dicho que tendrá en cuenta la evaluación del IARC en la próxima revisión.