A media mañana de ayer, la gran mancha negra que arrojaban las imágenes aéreas llamaba la atención entre las verdes copas de los pinos del parque natural de Doñana. Sin embargo, los servicios de extinción de incendios eran optimistas: el fuego ya no avanzaba por dos de sus frentes, y el cambio de viento permitía empezar a encauzar las llamas que enfilaban hacia el parque. Horas después, llegaba la confirmación de que el incendio iniciado el sábado en Moguer (Huelva) había dejado de avanzar. Su perímetro quedaba «perfectamente consolidado», y con una «evolución favorable» en aras de estabilizarlo durante la noche. Los temores de que alcanzara al parque nacional empezaban a desvanecerse.

Medio millar de efectivos entre servicios de extinción de incendios e integrantes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) estuvieron trabajando durante toda la jornada para controlar las llamas y, sobre todo, evitar que a causa del calor y las altas temperaturas que acumulaba aún el suelo se produjeran rebrotes. Si hacía falta, poniendo hielo encima de los escombros humeantes. Con el paso de las horas, el semblante de los responsables del dispositivo de emergencia era diferente y empezaba a irradiar «optimismo moderado» pese a la gravedad de la situación y sobresaltos como el conato registrado a escasos kilómetros, en Almonte, y que quedó rápidamente controlado.

INESPERADA / El viento, el mismo que había esparcido y descontrolado las llamas un día antes, amainaba y soplaba a favor. Por vez primera, los efectivos de la lucha contra el fuego iban «por delante del incendio», aseguró la Consejería de Medio Ambiente, reconociendo que la situación era «inesperada» porque calculaban que aún tardarían más en controlar las llamas que se cebaban con los pinos y matorral.

Para ello fue fundamental el trabajo desarrollado durante la noche por el dispositivo de bomberos, trabajando a pie de monte y con maquinaria agrícola pesada que permitió establecer cortafuegos que ayudó a perimetrar el incendio y frenar su avance. De hecho, durante la mañana ni siquiera fue necesario el uso de todos los medios aéreos, algunos de ellos llegados desde Castilla-La Mancha, para no fatigar a los pilotos y poder emplearlos a fondo en puntos concretos.

DESALOJADOS / Pese a la mejora de la situación, un millar de personas continuaron ayer desalojados de sus viviendas, y con aviso expreso de las autoridades de que no intentaran volver por iniciativa propia porque su vida aún corría peligro. A lo largo de la noche del domingo lograron salir por carretera muchas de las 50.000 personas que esa misma tarde habían estado incomunicadas por el corte de vías para facilitar las labores de extinción. Algunos de los afectados subrayaban la solidaridad de quienes tenían casa con los bañistas que habían ido a pasar el día y se vieron atrapados. Y es que las llamas saltaron al otro lado de la carretera, paralela al mar, que une la playa de Matalascañas con Mazagón y redujeron por ejemplo a cenizas uno de los parajes vírgenes de la zona.

En las inmediaciones de Moguer, algunos damnificados se desplazaban hasta los cámpings desalojados para comprobar cómo habían quedado sus pertenencias, en muchos casos completamente quemadas. Unas 500 personas, en su mayoría temporeros inmigrantes y turistas, permanecieron aún realojados en dependencias municipales ante la imposibilidad de regresar a sus alojamientos o chabolas.

Con el fuego aún activo pero delimitado, paso previo para su control, llegó el momento de que el Infoca (el dispositivo para la prevención y extinción de incendios forestales de Andalucía) y el Seprona comenzaran a investigar las causas del incendio. De nuevo las autoridades apuntaron a la mano del hombre, dado que a esa hora no se registró tormenta eléctrica alguna en la zona.

La posible intencionalidad de las llamas en un paraje tan privilegiado desató numerosas especulaciones a lo largo de la jornada. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Huelva llegó que emitir un comunicado negando que el incendio tuviera que ver con una «agricultura descontrolada», y recordando que son los más interesados en proteger un entorno que les da de comer.