En el 2013, el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Luca Parmitano (Catania, 1976) pasó 167 días en la Estación Espacial Internacional (ISS). En uno de sus dos paseos espaciales (salidas al exterior), su casco se llenó de un litro de agua, una situación de extremo peligro. No obstante, Parmitano está enganchado al espacio y espera con impaciencia volver a la ISS el año que viene. El astronauta visita Barcelona invitado por la Obra Social la Caixa en colaboración con el Instituto Italiano de Cultura. Parmitano cree que el espacio es el sitio idóneo para superar los conflictos políticos que dividen a la Humanidad.

-¿El momento mejor y el peor de su estancia en el espacio?

-Es imposible decirlo. ¿Como elegir entre el lanzamiento, la entrada en órbita, la entrada en la ISS, la primera vez que ves la Tierra, la convivencia con otros astronautas…? No hubo ni un día en que pensé: ojalá volviera mañana a la Tierra. Incluso el accidente fue una historia bonita, ya que puedo estar aquí contándola. En momentos como ese descubres recursos que ni sabías que tenías.

-¿Echa de menos esa experiencia?

-Echo en falta el espacio cada día, muchísimo. Desafortunadamente, no soy de los que reviven esa experiencia en sueños. El cuerpo olvida casi inmediatamente qué quiere decir estar en microgravedad: en eso coinciden todos los astronautas. Todos pensamos en esa experiencia como si se tratara del sueño de otra persona.

-¿Qué le llevó a ser astronauta?

-Crecí con las imágenes del Space Shuttle, los dibujos animados japoneses, la Guerra de las galaxias… para mí era un sueño. Pero planteárselo es un poco como plantearse en serio transformarse en Batman. La mayoría del camino para llegar no depende de ti: no existe una escuela de astronautas, si en un momento una agencia espacial necesita gente y da con el perfil, tienes una oportunidad. Por eso, mi plan práctico fue hacer de piloto.

-Hoy, el espacio se ha complicado mucho: ya no es asunto de Estados Unidos y Rusia…

-En los años 60 era impensable que un italiano fuera astronauta. Hoy es difícil, pero no es imposible. Yo crecí en el momento de la transición. Hoy, el espacio es una aventura global. Hay un enorme deseo de colaboración. La ESA, por ejemplo, mantiene un diálogo abierto con la India, con China, con Australia. Hemos entrenado a un astronauta chino y existe un plan para que otro profesional de la ESA suba a la estación espacial china.

-¿Los contrastes en tierra firme no se trasladan al espacio?

-A escala política hay divisiones, pero a nivel científico el deseo de colaboración es enorme. Hoy estamos en un momento de enorme polarización, un juego político peligroso. Pero el lenguaje común de la ciencia nos une. No hay nada que una más que tener objetivos comunes. En la ISS, llegamos a convivir nueve personas de culturas muy distintas y sin embargo trabajamos al unísono.

-¿Le preocupa que Donald Trump haya recortado las misiones de observación de la Tierra?

-La observación de la Tierra es un trabajo muy importante. Proporciona datos únicos, no solo sobre el cambio climático, sino también sobre otros asuntos, como la gestión de la agricultura. Espero que la política comprenda la importancia de esos datos.

-¿Qué hay en estos momentos en agenda en cuanto a la exploración del espacio?

-La búsqueda de la vida fuera de la Tierra es una constante. El año que viene va a despegar Mars Express, un vehículo rover completamente europeo que aterrizará en Marte con un taladro que bajará hasta dos metros debajo de la superficie. Allí es donde se espera encontrar trazas de vida en ese planeta.

-¿Y en cuanto a misiones con humanos?

-A medio plazo, dentro de una década, hay la voluntad de la ESA de volver a la Luna. También rusos y japoneses están interesados. Hay grandes regiones inexploradas, como los polos, y enormes tubos de lava huecos: no sabemos qué hay dentro. La NASA quiere optar por poner alrededor de la Luna un hábitat orbitante, un punto de apoyo para los viajes interplanetarios. A largo plazo, dentro de un par de décadas, el reto es llegar a Marte, que se encuentra un centenar de veces más lejos que la Luna. Se necesita inversión y voluntad política para conseguir una tecnología que aún no existe.

-¿Qué opina de las promesas de Space X, la empresa de Elon Musk, de llegar a Marte en pocos años?

-Elon Musk es un visionario. Pero hay que ver si su idea es realizable. Y los tiempos que pueden ser necesarios para poder llevar a cabo estos increíbles proyectos.