Los ladrones no sabían que acababan de colarse en la casa del futbolista azulgrana Luis Suárez. Escogieron su domicilio porque encajaba con los objetivos que perseguía la banda de Kojak: chalets de urbanizaciones de clase media y alta. El que asaltaron del delantero uruguayo estaba en Castelldefels y cuesta trabajo resistirse a la tentación de imaginarse a los dos cacos intercambiando miradas cuando la linterna les enfocó una pared llena de fotos de Suárez. Si sucedió o no tal cosa carece de importancia porque los dos ladrones cumplieron con la misión y robaron todas las joyas, tabletas y bolsos de marca que encontraron. Esto ocurrió en enero.

Hace dos semanas, dos días después de activar la operación Kojak, que permitió desarticular esta banda de ladrones albaneses, los Mossos regresaron a la casa de Suárez, quien les abrió la puerta el día después de celebrar el título de Liga en el Camp Nou. Les dio las gracias porque, entre otras cosas, los agentes le traían parte del botín que le habían sustraído: joyas.

La banda albanesa estaba organizada en tres grupos distintos que se movían con cierta autonomía pero actuaban como una red, explica el inspector Jordi Ollé. Aunque no había una estructura piramidal rígida, uno de los líderes era un hombre calvo que guardaba un gran parecido con Telly Savalas, el actor que encarnaba al policía Theo Kojak en la serie norteamericana. Así bautizaron el caso, Kojak.

La presión policial que ha aumentado desde hace dos años, ha provocado que las bandas especializadas tomen más precauciones. «Ya no acostumbran a llevar encima ganzúas ni extractores de bombines, unas herramientas muy comprometedoras», subraya Ollé. Últimamente algunas bandas a veces cogen el transporte público tras el robo. Y la de Kojak, a veces enterraba parte del botín en el bosque antes de huir con él.