La comparación es tremendamente ofensiva para alguien que se creía intocable. Que una de las muchas víctimas que ha acumulado, a lo largo de las últimas décadas, Bartolomé 'Tolo' Cursach, el empresario del ocio y la noche balear, le diga a los investigadores de uno de los mayores escándalos habidos en España que "Tolo Cursach es la Paca de la noche", significa comparar a la jefa del clan de narcotraficantes de un polígono palmesano, aquella que entró en los juzgados al grito de "'¡semos inocentes!'", con un patrón que se creía inmune a cualquier investigación, ley y juez. Es comparar a alguien que viste bata de boatiné con un cliente de Armani.

Si la comparación con la Paca es llamativa, no menos escandalosa es la sensación que ha dejado en todos los mallorquines la detención, el pasado martes, de Cursach y su mano derecha, Bartolomé Sbert,acusados de 16 delitos, todavía en fase de investigación, que incluyen algunos cargos impactantes y de máxima gravedad, como dos presuntos asesinatos, corrupción de menores, narcotráfico, pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas y pornografía infantil. El comentario más oído en Mallorca estos días es "lo que me extraña es que no los hubiesen detenido mucho antes".

TESTIGOS PROTEGIDOS

Más de 20 meses de investigación, 24.000 folios aún incompletos, dos fiscales expertos en la lucha anticorrupción al frente del caso, Miguel Ángel Subirán y Juan Carrau, y numerosos testigos protegidos han relatado el modus operandi del emperador de la noche de Palma y Calvià, uno de los términos municipales más ricos de España. Los investigadores, que han recibido información por parte de un antiguo empresario arruinado por Cursach, de que este ordenó matar, suministrándoles droga adulterada, a dos colaboradores, uno de los cuales guardaba en su casa material fotográfico pedófilo, supuestamente propiedad del empresario mallorquín, intentan probar ahora que Cursach no solo tenía comprados a políticos, empresarios y policías, sino que conseguía arruinar a su competencia haciéndoles la vida imposible a base de visitas policiales, expedientes sancionadores y multas, que acababan obligándoles a cerrar sus locales.

Todo eso, según la investigación, de la mano de un expolicía, Antoni Bergas, que ha sido el único de los tres detenidos que, finalmente, ha quedado en libertad. Bergas, exmando policial, era el enlace entre Cursach y los agentes corruptos, muchos de los cuales hacían horas extras como 'seguratas' en los locales de Cursach, o como pintores, tapiceros o matones. Es evidente que, gracias a sus contactos, influencias y pagos, Cursach tenía amedrentado a todo aquel que pretendiera abrir un restaurante, discoteca, sala de fiestas, gimnasio o local de ocio en Mallorca. Como escribió recientemente Marías Vallés en el 'Diario de Mallorca', "todos los mallorquines han sido clientes de un local de Cursach. Quienes hoy tiemblan son los que se iban sin pagar de esos lugares". No hay duda, Cursach posee la lista más temida de Mallorca, con la que podría pactar con la fiscalía una rebaja de pena.

PROPIETARIO DEL RCD MALLORCA

Cursach, propietario, entre otros muchos locales, de BCM, en Magaluf (Calviá); Tito’s, Paradise y Pacha, en Palma; el complejo de ocio Megapark, en la Playa de Palma, y de varios gimnasios y restaurantes se consideraba uno de los intocables de Mallorca, cometiendo, incluso, la osadía de comprar, en determinados momentos (2002 y 2003) el RCD Mallorca y, posteriormente (2011), su rival, el Atlético Baleares, aunque de ambos clubs de fútbol salió huyendo porque se exponía, en exceso, a las críticas.

El juez Manuel Penalva tiene muy claro que el empresario se ha venido aprovechando durante años de sus contactos dentro de las estructuras municipales. A diferencia de otros emprendedores que pretendían abrir un negocio turístico en determinadas zonas de Palma y debían enfrentarse a numerosos problemas burocráticos, Cursach obtenía los permisos administrativos de los ayuntamientos en un tiempo récord, tanto en Palma como en Calvía, gracias a los contactos.

EL FERRARI DE LOS SOPLOS

Esos mismos políticos, esos mismos funcionarios, esos mismos policías, cuyos jefes habían disfrutado de lujosos paseos por el bulevar Marítimo, de Palma, en el Ferrari de Cursach, eran los que, mientras acosaban a la competencia de Tolo, avisaban a su 'mecenas' sobre las inspecciones que se iban a producirse en sus salas. Es ahora cuando Cursach, que al igual que su director general, Sbert, se ha negado a declarar hasta conocer al detalle de qué se le acusa, afirma que está siendo "víctima de la guerra sucia que mantiene la mafia policial, que me ha exigido pagos, por controlar la noche de Mallorca".

Cursach, que, según personas que compartieron con él las primeras noches en el calabozo de Palma, no se vino abajo "ni siquiera cuando le sirvieron el tradicional bocata de mortadela", ha entrado en prisión, junto a Sbert, porque Penalva teme que huya a Oriente Medio o Brasil adonde, últimamente, ha viajado mucho. "Y no solo eso -dice una fuente policial-, debemos evitar que pueda amenazar a los testigos o alterar pruebas".

Ciertamente, se ha sabido que uno de los fiscales, Miguel Ángel Subirán, ha denunciado, a través de Álvaro García, portavoz de la Unión Progresista de Fiscales, el acoso al que estaba siendo sometido desde que inició las investigaciones por esta trama corrupta. García explicó que el fiscal es objeto de seguimientos, de acoso en su vida privada cuando acude a lugares públicos como el gimnasio o el cine y ha sufrido entradas en su casa y el robo de su moto. Además, "ha tenido que pedir autorización junto al juez para llevar pistola".