El año 2015 fue el más cálido en el conjunto del planeta desde que a mediados del siglo XIX empezó el registro internacional de temperaturas, un récord que incluso podría definirse como holgado, y todo indica que el año en ciernes volverá a situarse en primera posición. No es una sorpresa, sino el lógico resultado del cambio climático, que avanza de forma irregular pero inexorable, y también de la gran actividad de El Niño, complejo fenómeno de carácter más o menos cíclico cuyos efectos perdurarán hasta bien avanzada la primavera, e incluso de otros procesos naturales menos conocidos como la llamada Oscilación Decadal del Pacífico (PDO), que afecta a las aguas más septentrionales del océano.

Las temperaturas no aumentan linealmente al mismo ritmo que la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero porque en ellas tiene un gran peso "la variabilidad natural del clima", resume Francisco Doblas-Reyes, investigador ICREA de la Generalitat y director del área de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC).

Según el National Climate Data Center de Estados Unidos (NCDC), la temperatura media entre enero y noviembre del 2015 fue la más elevada del registro histórico para el mismo periodo, con 0,87 grados por encima del promedio 1900-2000, superando el récord de 0,68 grados del año precedente, que a su vez adelantó al 2010 y el 2005 (0,64 grados). El NCDC aún no ha hecho públicos los datos de diciembre, pero es imposible que no se bata el récord anual atendiendo a la ventaja acumulada en los primeros 11 meses. Lo más destacado del año fue el carácter general de las temperaturas elevadas, aunque especialmente en el Índico, América central y del sur y zonas de Europa. Además, los ocho últimos meses fueron los más cálidos de sus respectivas series, es decir, nunca había habido un agosto o un octubre tan cálido desde 1880.

Las cuatro instituciones que se dedican a medir y procesar los registros internacionales obtienen resultados similares. Por ejemplo, la serie elaborada por el MetOffice y la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido, muestra que el 2015, también a falta de diciembre, es el primer año en que se supera por más de un grado la temperatura media del promedio 1850-1900, lo que significa que ya se ha recorrido la mitad del camino hasta los dos grados, el peligroso umbral que nunca se debería cruzar según las advertencias de la comunidad científica.

El MetOffice explica que el aumento de las temperaturas parece haber tomado un nuevo impulso tras 15 años de una cierta desaceleración ocasionada, según las principales hipótesis, al aumento de los aerosoles atmosféricos y del calor absorbido por el océano profundo. "Nuestro pronóstico sugiere que a finales del 2016 habremos visto tres récords anuales seguidos", declara Adam Scaife, el jefe de predicción a largo plazo. "Todo esto no es bueno para el planeta", añade Michel Jarraud, que el 31 de diciembre dejó su cargo como secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Si el récord del 2015 ha sido tan holgado es gracias a El Niño, fenómeno cuya manifestación más característica es el calentamiento anormal del Pacífico ecuatorial pero que tiene efectos planetarios. Según observaciones satelitales de la NASA, el mes pasado se alcanzaron anomalías positivas de hasta cuatro grados en las aguas superficiales, lo que iguala o incluso supera los registros del Niño de 1997, recordado por las graves inundaciones que ocasionó en América del sur durante los primeros meses de 1998.

Como los efectos del Niño se prolongarán varios meses más, el MetOffice sostiene que este año tiene muchos números para volver a batir el récord de calor global. Sin embargo, no descarta que con posterioridad se vivan años más suaves. Tras este gran salto de dos décimas vinculado a El Niño, comenta Doblas-Reyes, pasaremos "a una fase neutra del fenómeno o incluso negativa, la llamada Niña, y es posible que haya unos años con temperaturas ligeramente inferiores".

"La gran incertidumbre que tenemos ahora es si el cambio climático intensificará o todo lo contrario estos fenómenos" que se producen más habitualmente, concluye Doblas-Reyes.

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