David Cameron recibió anoche a Jean-Claude Juncker como se hace con los amigos. Le ofreció una cena en el ambiente distendido de la lujosa casa de campo de Chequers. El primer ministro británico cita allí a los íntimos o adula a empresarios y mandatarios extranjeros sin el agobio y la rigidez de Downing Street. Cameron inició la ofensiva diplomática con la que quiere renegociar el papel del Reino Unido en Europa. El primer paso fue invitar al presidente de la Comisión Europea (CE), aunque Juncker no es exactamente un amigo.

Hace solo un año, Cameron hizo una campaña feroz para impedir que el luxemburgués, candidato entonces a la presidencia de la UE, lograra su objetivo. "Es la persona equivocada. Lo lamentaréis toda la vida", advirtió a sus socios continentales. "Ha estado en el corazón del proyecto para incrementar el poder de Bruselas y reducir el poder de los Estados nacionales durante toda su vida laboral", añadió en referencia al nuevo presidente de la CE. Nadie hizo caso y la derrota fue humillante. Juncker salió elegido por 26 votos a favor y dos en contra. Ahora ambos han enterrado el hacha de guerra.

Bruselas no quiere que el Reino Unido se marche de la UE y Cameron tampoco. Pero el premier está atado de pies y manos con la promesa del referéndum, que posiblemente va a adelantar al año que viene. La decisión final la tienen los británicos, que han empezado a recular ante la posibilidad de una salida. De acuerdo con el sondeo publicado el domingo en el Sunday Times, el 44% de los electores estaría a favor de mantenerse dentro de la Unión Europea, frente al 36% que preferiría abandonarla.

Cameron trata de establecer muy rápidamente el marco de la renegociación. Esta semana visitará al presidente francés François Hollande y a la cancillera alemana Angela Merkel. Su primera demanda es el recorte de beneficios sociales a los inmigrantes de la UE.

Pero los euroescépticos le acusan de estar rebajando de antemano las exigencias para obtener después algunas concesiones. Lo que los euroescépticos quieren es que el Reino Unido pueda limitar el número de inmigrantes de la UE que entran. El cambio afecta a un principio fundamental de la UE. Cameron no se meterá en ese callejón sin salida. Juncker ya se lo advirtió hace aun año en plenas hostilidades entre ambos. "No estoy preparado a cambiar el principio de libertad de movimiento. No tengo intención de alcanzar ningún acuerdo sobre ese punto".