Scott Brusaw, un ingeniero estadounidense, imaginó hace ya dos décadas que las tradicionales carreteras de asfalto se convertirían en un futuro en una red de captación de energía solar que permitiría abastecer por completo a todo Estados Unidos sin afear el paisaje. Brusaw calculó que bastaría forrar un kilómetro de pavimento con paneles fotovoltaicos con una modesta eficiencia del 10% para abastecer a unos 500 hogares y mantener iluminado el mismo tramo por la noche. Las cosas no han avanzado al ritmo que el visionario previó, pero sí son cada vez más los proyectos que intentan sacar partido de los millones de hectáreas cubiertas de asfalto en todo el mundo.

Una idea aparentemente sencilla es la propuesta por el Instituto Politécnico de Worcester (EEUU) y la empresa Novotech. Basándose en la enorme capacidad del asfalto oscuro para retener el calor, se trataría de colocar a unos 20 centímetros de profundidad una red de tuberías con agua que se calentaría y que podría emplearse para calefacción o incluso para generar electricidad mediante unas turbinas. Una de las ventajas más interesantes es que, como el asfalto tarda en enfriarse, se puede seguir produciendo electricidad por la noche. La principal desventaja, claro está, es que justo cuando la demanda es mayor suele haber menos horas de luz y menos calor.

La empresa española Onyx Solar, con centro de diseño y producción en Ávila, ha desarrollado un suelo fotovoltaico transitable que ilumina las noches del campus tecnológico de la Universidad George Washington, en Ashburn (EEUU). El pavimento, formado por baldosas antideslizantes y semitransparentes, convierte la radiación solar en energía gracias al uso de semiconductores que generan de 400 Wp (vatios pico), suficiente para alimentar los 450 leds que iluminan las baldosas. El suelo admite sin problemas una carga de 400 kilos. La misma empresa desarrolla fachadas y lucernarios de vidrio translúcido en vistosos colores que "dejan pasar la luz hacia el interior y al mismo tiempo producen energía", explica su portavoz, Cristina Fernández.

SOLAR ROADWAYS La empresa SolaRoad, en colaboración con diversos centros de investigación, inauguró en noviembre un carril bici de 71 metros de largo y 3,5 de ancho en Krommenie, una localidad del norte de los Países Bajos. Aunque aún se halla en fase de pruebas para evaluar su resistencia, el pavimento está hecho de módulos de hormigón con celdas solares y cubierto con una capa delgada de vidrio. La energía alimenta semáforos y señales de tráfico.

En cualquier caso, el proyecto más ambicioso es sin duda el de Brusaw y su familia, conocido como Solar Roadways. Y no debe ser tan descabellado atendiendo a los más de dos millones de dólares que ha recaudado con el micropatrocinio de 48.000 inversores. Por encargo de la Administración de Estados Unidos, Brusaw desarrolla desde el 2007 un prototipo de panel para carretera de 30 por 30 centímetros que, además de captar energía, puede generar calor para fundir la nieve y enviar mensajes a los conductores para hacer más fluido el tráfico.

Las baldosas de Bursaw llevan una capa superficial impermeable capaz de soportar grandes tonelajes, pero al mismo tiempo lo suficientemente translúcida para dejar pasar la luz del sol hasta los colectores solares y los leds de la capa intermedia. La última capa se utilizaría para distribuir la energía y otros servicios, como telefonía e internet.