Le apodan el Canguro, porque es australiano y sigue siempre adelante. Como desde el jueves, cuando mientras dormía le despertaron para informarle de que la policía de Victoria (Australia) le buscaba para ser procesado. A pesar de su precaria salud ha dicho que irá, se defenderá y volverá a Roma.

En meses pasados ha pasado al menos cuatro noches en un hotel de Roma, donde respondió por videoconferencia a los investigadores y recibió a un grupo de víctimas de abusos. En su diócesis australiana había creado un protocolo pionero contra la pederastia, aunque la prensa le tachó de rácano: las indemnizaciones tenían un tope de 50.000 dólares australianos. Lo contrario, como escribió el semanario l’Espresso, de los 501.000 euros gastados para poner en marcha la flamante Secretaría Económica -tres personas-, creada por Francisco para aprobar y supervisar los gastos vaticanos. O sus viajes siempre en primera clase.

Reformas fue lo que los electores del cónclave celebrado en el año 2013 pidieron con más urgencia. Pero el nombramiento (2014) del extranjero Pell sentó como un puñetazo en el estómago a los monseñores italianos que desde hace casi 100 años manejan a su antojo las finanzas de la cúpula católica.