La prevalencia de las enfermedades mentales es más alta entre las mujeres trabajadoras que entre los hombres y las causas son de raíz social. La doble ocupación -laboral y familiar-, la falta de conciliación y la mayor insatisfacción en el empleo, añadido a la desigualdad salarial, figuran entre los principales motivos que llevan al 19,9% de las féminas a presentar síntomas depresivos, ansiedad, problemas sociales e hiponcondriacos derivados del estrés laboral, frente al 13,9% que padecen los hombres.

Los datos son del estudio 'Desigualdades en salud mental en la población trabajadora de España', pero la brecha se amplía si nos ceñimos a la 'Encuesta de Salud de Catalunya 2016', que concluye que entre la población de más de 15 años el 19,8% de las mujeres presentan problemas de ansiedad y depresión mientras que en los hombres se reduce al 10%.

“El mayor predominio de trastornos en las mujeres es de raíz social. Y la prueba está en que en países como Noruega, donde existe una sociedad igualitaria, no se dan esas diferencias”, subraya el doctor Adrián Montesano, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) e investigador. Con la incorporación al mercado laboral, a la mujer se le han sumado nuevas exigencias. “Debe tener éxito en el trabajo, progresar económicamente y a la vez mantiene las responsabilidades familiares en un grado similar al de antes”.

Colapso mental

Gina Aran, profesora del máster de Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la UOC y directora asociada de Humannova, agrega que ese doblete que asumen la mayoría de las mujeres tiene, más allá del esfuerzo físico, una fuerte carga mental, que repercute en la salud. “La mujer es la que lo organiza todo, tiene que acordarse de los médicos de niños y mayores, del colegio... Si el hombre se ocupa de algo, es ella quien debe recordárselo. Es un colapso mental”. En la práctica, ellas “trabajan de media dos horas más al día que los hombres; si se renumerasen, sus ingresos serían un 25% superiores”. Aran las anima a “descoserse la ‘s’ de superwoman”.

El gran dilema

Montesano también destaca que las mujeres deben enfrentarse a un dilema fundamental -trayectoria profesional o familia- que comporta pérdidas en uno u otro sentido. El psicoterapeuta alerta del auge de un perfil abocado al abismo: las mujeres de mediana edad, con relaciones de pareja que no funcionan, y de la que dependen económicamente, y con hijos emancipados. “La falta de apoyo de la pareja es el caldo de cultivo para que esas mujeres, sometidas en términos de poder, se derrumben”.

Ambos expertos recuerdan que la conciliación beneficia a todos. “Cuanto más conciliación, más productividad, más buen clima laboral, más reducción del absentismo y la rotación... Un trabajador feliz puede rendir el doble que uno desmotivado”, recuerda Aran, que aconseja a los que manejan los hilos: “Las empresas que incorporan a mujeres en posiciones de dirección muestran más buenos resultados y menos riesgos”.

Aran sostiene que gran parte de “la felicidad de las personas viene de su realización en la vida laboral”. Así lo demuestra la citada encuesta nacional, según la cual las enfermedades mentales se disparan hasta el 34,4% entre las mujeres menos satisfechas profesionalmente.

Educar a personas, no a niños y niñas

A juicio de la directiva, urge un cambio cultural que debe empezar en la infancia para acabar con los estereotipos. “Hay que criar y educar a personitas, no a niños y niñas. La feminización y masculinización de los trabajos es un tema gravísimo y el problema es que no se cambian los modelos y los hijos siguen los patrones establecidos. Las niñas siguen haciendo humanidades y los hombres, ingenierías. Y no tenemos cerebros tan distintos, además es un órgano plástico”.

Según un estudio del Foro Económico Mundial, informa Aran, hasta el año 2133 no se conseguirá la igualdad laboral. “La solución para acelerar el cambio está en las cuotas”.

Competencias emocionales

Para la psicóloga Mireia Cabero la batalla contra las enfermedades mentales, en auge en Catalunya, debe librarse en el terreno de la salud emocional, un asunto de política pública. “Hay que promover el aprendizaje de competencias emocionales, también en las empresas”. La experta considera que “las instituciones deberían velar especialmente para que las mujeres trabajadoras, las más suceptibles de sufrir trastornos mentales en estos tiempos, puedan desarrollar las competencias emocionales, que previenen la enfermedad mental”.