La maléfica relación entre meteorología extrema y vida cotidiana suma numerosos capítulos de caos. Nevadas como las que el sábado dejaron cientos de conductores tirados en la AP-6 se repiten periódicamente. Aunque en los últimos años se ha multiplicado la comunicación a los ciudadanos por multitud de canales, también lo ha hecho el altavoz de las redes sociales, que amplifica los efectos de esos fenómenos.

Ha crecido la información, han aumentado los planes de contingencia, se han incrementado las medidas de seguridad y prevención en las infraestructuras. Pero, regularmente, se reproducen episodios de vehículos atrapados en carreteras y autopistas covertidas en ratoneras.

1.200 coches atrapados en Valencia

Los errores en las previsiones han sido históricamente el denominador común. Hace solo un año, en las carreteras de Valencia y Alicante, se vivió una situación similar a la de estos días. En aquella ocasión, los conductores de 1.200 vehículos quedaron atrapados en la autovía A-31, la A-7 y otras carreteras secundarias. Además, varios municipios, como Alcoi o Ontinyent, quedaron incomunicados.

Colegios con clases suspendidas, reproches entre gobierno y oposición, reclamaciones a las concesionarias de las infraestructuras: una constante que se da cada vez que nieva en lugares poco habituales como el Mediterráneo o cuando los servicios de emergencia no dan abasto.

Barajas cerrado durante cinco horas

Eso ocurrió también en Madrid en enero de 2009 cuando se registraron 400 kilómetros de atascos por la nevada y, lo más llamativo, obligó a cerrar el aeropuerto de Barajas durante cinco horas. En esa ocasión (algo poco habitual) la titular de Fomento, Magdalena Álvarez, pidió disculpas por lo sucedido.

En aquel caos, el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, pidió la dimisión de la ministra.

La gran nevada del 2010

Y es que el temporal político es siempre mayor cuanto más urbano es y, en consecuencia, afecta a un mayor volumen de población. Ese fue el caso de la nevada del 8 de marzo de 2010 en Catalunya, que dejó Barcelona aislada. Decenas de carreteras cortadas (hasta 170), miles de abonados sin luz durante días (220.000, la mayoría en Girona), sin telefonía móvil, alumnos sin clase (166.000 niños), transporte público interrumpido fueron algunos efectos de una nevada excepcional que, esa vez sí, cambió la manera de afrontar una emergencia. Para bien o para mal.