El espíritu crítico que define por antonomasia a la comunidad científica ha aumentado exponencialmente en las últimas semanas al ponerse en marcha la iniciativa del Ministerio de Sanidad de conceder un plazo de tres meses para que todos los productos homeopáticos pasen por una evaluación obligatoria de calidad y seguridad a cargo de la Agencia Española del Medicamento. Un requisito imprescindible para poder comercializarse, pero que despierta suspicacias entre profesionales de la ciencia y la medicina. El motivo principal es la leyenda que rezará en las etiquetas del producto: «Medicamento homeopático sin indicaciones terapéuticas probadas».

«El término medicamento tiene un significado que queda desvirtuado al añadir que no tiene indicaciones terapéuticas probadas. Para gozar de esa consideración debería contar con una eficacia demostrada y no haría falta esa coletilla contradictoria. Si este no es el caso, cualquier cosa puede recibir esa denominación», describe Jesús Purroy, doctor en Biología y con experiencia en el ámbito de la genética, la farmacia y la biomedicina.

Añade argumentos contra la causa Alfonso López Borgoñoz, hasta hace dos semanas presidente de la oenegé Alternativa Racional a la Pseudociencia-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC). «¿Qué sentido tiene que se siga comercializando? Hay cientos de ensayos que demuestran que no puede ser concebido como un medicamento. Y utilizar este lenguaje puede resultar equívoco para amplios sectores de la sociedad y un riesgo para la salud de las personas», destaca López Borgoñoz.

Replica el doctor Gonzalo Fernández, presidente de la Academia Médico Homeopática de Barcelona, quien recuerda que la decisión del Gobierno central obedece en realidad a una directiva comunitaria, poniendo de relieve que «en países punteros, como Francia y Alemania, no se cuestiona que reciban la consideración de medicamentos».

En este punto, el de las evidencias, ahondan de nuevo las discrepancias. Las ilustra el farmacéutico Roi Cal, miembro de la Asociación Farmaciencia, que reclama condiciones ineludibles para aceptar esa normalización. «Pedimos pruebas concluyentes, nada más. La base teórica de la homeopatía es contraria a todo conocimiento científico. Se basa en la ley de semejantes, por la que, por ejemplo, si el café produce insomnio, al diluirse muchísimo, como una gota en una piscina olímpica, y administrarse en una persona, se produce el efecto contrario», explica.

El farmacéutico recuerda que la homeopatía sigue los preceptos de hace 200 años, cuando nació, en un momento en el que la medicina y la química estaban en un estado «eminentemente embrionario», lejos de su estatus actual. Habla de «total ausencia de rigor científico» en la práctica homeopática, un extremo que «se acentúa al abordar enfermedades graves». «Hay una creencia generalizada de que no tiene efectos secundarios, dado que es agua, azúcar, excipientes y poco más, pero hay un gran problema con la falsa sensación de efectividad en enfermedades serias, por la pérdida de oportunidad que representan: se malgasta un tiempo valioso para atajar el avance de un problema de salud», destaca.

López destaca que hay «más de 6.500 estudios sobre los efectos de la homeopatía, algunos favorables y otros contrarios, como todo en la ciencia». «Nos gustaría que hubiera más ensayos y análisis, pero los recursos económicos son limitados y acostumbran a destinarse a farmacología. Sin embargo, hay suficientes evidencias e indicios para que merezca la pena seguir investigando. ¿No es ese el espíritu científico?», destaca. Asimismo, rechaza la consideración de médicos alternativos: «Solo hay una medicina, la que estudiamos todos los médicos en la universidad».

El galeno sostiene que, de las cerca de 20.000 farmacias de España, más del 95% dispensan productos homeopáticos, además de cifrar en 400 millones los pacientes que siguen las indicaciones de los más de 300.00 médicos homeópatas en todo el mundo. Mirando al entorno internacional, López pide seguir el ejemplo de gobiernos como los de Francia y Alemania, «donde el Estado paga total o parcialmente los tratamientos homeopáticos».

Una perspectiva que tampoco colma las dudas de los escépticos y detractores. Purroy enfatiza en la presencia de «tradiciones, empresas potentes y lobis locales» para entender la mayor implementación en otras naciones. Países «con fuerte presencia en la Unión Europea», cuyo peso específico determina directivas como la que está implementando España, según López Borgoñoz. Otros, como el Reino Unido, decidieron retirar estos tratamientos en el 2010 tras la publicación de un «informe devastador», expone Purroy. «Hay cientos de ensayos publicados en The Lancet, Nature y otras revistas de prestigio que rebaten la eficacia de estos tratamientos», añade el portavoz de ARP-SAPC.

Cal recuerda que el Gobierno central ya hizo un intento de regulación en 1994, que «no culminó». «Los cerca de 19.000 medicamentos homeopáticos no pagan tasas desde entonces. Calculamos que el Estado ha dejado de recaudar 45 millones en tasas todos estos años; si le sumamos que su consideración es de medicamento y paga un IVA superreducido, del 4%, en vez del 10%, se pueden sumar otros cuarentaitantos, para un total de casi 100 millones perdonados a los laboratorios homeopáticos», describe Cal.