Calor y sobre todo unas fortísimas rachas de viento cambiante se conjuraron ayer para convertir el parque natural de Doñana, la zona de protección del parque nacional, en un infierno. Pese a los esfuerzos del medio millar de agentes desplazados a la zona, y entre los que se incluían un centenar de militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME), a final de la tarde de ayer aún no se había logrado estabilizar el incendio iniciado la noche del sábado en Moguer (Huelva) y que obligó a evacuar a 2.300 personas de madrugada. Asimismo, otras 50.000 personas quedaron incomunicadas durante la tarde de ayer en el núcleo de playa de Matalascañas a causa del corte de su única carretera de salida para agilizar las labores de los bomberos, pero ya de noche empezaron a iniciar la vuelta a casa.

Pese a que de momento no se han producido daños personales, sí se puede considerar uno de los peores incendios registrados en la provincia por los destrozos materiales y el daño medio ambiental causado. Desde la Junta de Andalucía, además, señalaron durante toda la jornada que detrás «está la mano del hombre», todavía sin precisar si de forma intencionada o no, dado que no se detectaron tormentas secas el sábado.

EL CORDÓN DE PROTECCIÓN / La zona afectada es un paraje de pino y vegetación mediterránea a escasa distancia del mar, también de cultivos freseros, y que forma parte del cordón de protección del parque nacional de Doñana, el espacio de mayor valor medioambiental. Ambas áreas constituyen la mayor reserva ecológica de Europa, de ahí que los esfuerzos se centren, una vez garantizada la seguridad de la población, en evitar que las llamas continúen afectando a Doñana, como subrayó ayer el consejero andaluz de Medio Ambiente, José Fiscal.

Y es que el viento, a veces huracanado, complicó sobremanera las labores de extinción. «Sopla de un lado y de otro, y se junta con los vientos procedentes de las mareas, por lo que produce una especie de ventilador que mueve las llamas en todas direcciones», dijo a mediodía el director general del Dispositivo para la Prevención y Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Infoca), Juan Sánchez. La voracidad era tal que el fuego quemó un frente de 12 kilómetros en cinco horas durante la noche. Apenas entre las siete y las ocho de la tarde de ayer, casi un día después, roló a dirección norte, lo que permitió vislumbrar «un escenario más esperanzador», apuntó Fiscal.

Ese cambio frenó el avance de las llamas en dirección a Matalascañas, posibilitando que sobre las nueve de la noche se abriese la carretera que comunica esa playa con Mazagón para permitir la salida, escoltados por la Guardia Civil, de los bañistas atrapados toda la tarde. El descenso de velocidad también mejoró las previsiones en la zona del pre-parque, donde los agentes se empleaban con ahínco, y con la previsión de una larga noche de trabajo. Aún no hay estimación de las hectáreas afectadas.

El incendio se inició sobre las 21.30 horas de la noche del sábado en el denominado Camino de las Peñuelas, entre Mazagón y Moguer. Las llamas comenzaron a propagarse a gran velocidad por un área de densa vegetación reseca por el calor y la falta de lluvia, aunque, dada la hora, las dotaciones aéreas no pudieron incorporarse hasta primera hora del domingo.

En apenas una hora se decretó el nivel 1 de emergencias y comenzaron los desalojos. Primero, un cámping con 1.500 personas, a las que se sumaron los ocupantes del Parador Nacional. En ambos casos, parte de las instalaciones exteriores quedaron dañadas por las llamas. Les seguirían los inquilinos de varios chalets, urbanizaciones y dos poblados chabolistas. También se alivió la situación de los animales del centro de protección del lince de El Acebuchal y los camellos del centro dunar de Matalascañas.