Dentro de poco los supermercados franceses tendrán que seguir a rajatabla eso de que ñla comida no se tiraO. El gobierno francés se ha propuesto de aquí al 2025 reducir a la mitad los entre 20 y 30 kilos de alimentos que terminan cada año en las basuras y la Asamblea Nacional ha dado un primer paso. Las grandes superficies deberán buscar para los productos que no venden un destino diferente al del contenedor y evitar el despilfarro en un contexto marcado por la crisis. Los diputados franceses han apoyado de manera unánime una medida que obligará a las cadenas del sector de la alimentación a donar a las organizaciones humanitarias la comida retirada de los estantes o bien destinarla a la alimentación animal o a fabricar compost con fines agrícolas.

Las grandes superficies de más de 400 metros cuadrados tendrán un año para llegar a acuerdos con las asociaciones y facilitar así que la comida llegue a la gente necesitada. También se aplicará la medida a los productos de marca blanca que son devueltos al proveedor antes de ser destruidos. Además, la lucha contra el despilfarro de alimentos se incluirá en los planes de estudio y las empresas podrán añadir ese epígrafe a las actividades que lleven a cabo en el marco de la responsabilidad social corporativa o medioambiental.

ñVer cómo se tira lejía en las basuras de las grandes superficies con alimentos que todavía se pueden consumir es escandalosoO, dijo el diputado socialista Guillaume Garot, promotor de la iniciativa. El texto se presentó como una enmienda al proyecto de Ley sobre la transición energética que se debate en la Asamblea y será aprobado definitivamente el próximo martes 26 de mayo.

Para la asociación France Nature Environnemt (FNE) la donación de los alimentos no puede ser en sí misma ñla panaceaO para evitar el problema de fondo y reclama a la gran distribución cooperar con productores e industria agroalimentaria y modificar aquellas prácticas que están el origen del despilfarro, como reducir el tamaño de los anaqueles o usar las verduras deterioradas para hacer platos cocinados.

Los afectados, mientras, matizan la viabilidad de la medida, cuando no la contestan directamente. Así, para el director del grupo Leclerc, Michel-Edouard Leclerc, se tendría que ayudar a las asociaciones a equiparse de neveras y camiones para recoger la mercancía. ñEstá bien prohibir, pero hay que organizar la colecta en el otro ladoO, señaló en Le Monde. Mientras, la Federación del Comercio y la Distribución se queja de que el sector no representa más que el 5% del despilfarro alimentario.

Los franceses son conscientes del fenómeno y para el 54% habría que hacer algo para evitar tirar la comida, según un estudio del 2012. Ello ha generado algunas iniciativas interesantes: Les Gueules cassées es una etiqueta que indica al consumidor que el producto es defectuoso pero comestible y más barato.