Tras ser detenido y puesto en arresto domiciliario, Jozef Wesolowski siguió alimentando en el Vaticano sus debilidades, según explicaba la orden de procesamiento, en la que se ilustraba que había "recibido, escondido o en cualquier caso poseído en dos ordenadores que usaba material pornográfico infantil". Los archivos incautados en la operación eran "más de 100.000".