Nacieron en la playa Llarga de Tarragona en octubre del 2014 en una camada de 30 tortugas boba (careta careta) y medían unos minúsculos 5 centímetros y 25 gramos de peso. Hoy han devuelto a tres de ellas al mar en el mismo sitio, con casi 30 centímetros, más de tres kilos y sensores por satélite para conocer algo más de una especie protegida cuya principal amenaza es la pesca accidental.

Para llegar al momento de la suelta, en mitad de gran expectación mediática y playera, han pasado dos años de dieta especial, vitaminas, ejercicios con pesas e incluso acupuntura para que se valieran por ellas mismas.

"Sus primeros años de vida son una gran incógnita, sobre todo, dónde se alimentan y ahora, gracias a ellas, esperamos poder saber más”, dice Aida Tarragó, bióloga especializada en tortugas de la Red de rescate de Fauna de la Generalitat.

La secretaria de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Marta Subirà, considera un “éxito” esta supervivencia porque “es una especie muy delicada y muy débil". Solo prospera uno de cada cien huevos y no es fácil que nidifiquen en Cataluña. Subirà apela a la conciencia ciudadana para protegerlas. "Hay que dejarlas en paz si se las ve y avisar al 112, que a su vez, activará a la red de rescate de la fauna marina. Los pescadores son la principal amenaza de estas tortugas, pero no hay ningún programa previsto para evitar capturas involuntarias", avisa.

VOLUNTARIOS SIN TRABAJO

Que en el 2014 hubiera dos episodios, uno de puesta de huevos y otro de nacimiento, en las playas de Tarragona motivó la creación de una red de voluntarios, formada actualmente por cerca de 90 personas ataviadas con una camiseta verde y que ha recibido formación sobre cómo actuar. En dos años atentos a las playas no han avistado nada, confiesa Jordi Bru, su coordinador, Pero hoy es su momento. Han formado una cadena humana adentrada en el mar para proteger la ruta de las tres tortugas hacia sus orígenes.

El investigador de la Universitat de Barcelona (UB), Lluis Cardona, explica que, según sus proyecciones, el nacimiento de tortugas boba no será frecuente en las costas catalanas hasta el 2030 por las condiciones de temperatura del agua y dureza de la arena. Son tres supervivientes.