El pacto entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en la noche que Carles Puigdemont declaró la independencia catalana para, de inmediato, dejarla en suspenso, incluyó el compromiso de los dos grandes partidos de crear dentro de seis meses una subcomisión parlamentaria, dentro de la Comisión Constitucional del Congreso, en la que se aborde una reforma de la Carta Magna de 1978. Los grandes partidos se disponen a abrir el melón de la Constitución con distinto entusiasmo y prioridades divergentes, aunque existe terreno para un amplio entendimiento. Todo ello sin olvidar que en la convulsa historia constitucional de España, en la que ha habido una decena de constituciones desde la de Cádiz de 1812, nunca se reformaron los textos de acuerdo con los procedimientos de revisión que había en cada una de ellas.

Así que se está ante un escenario ignoto en la historia del parlamentarismo español, aunque los constitucionalistas insisten en que nuestro país es una excepción entre las democracias avanzadas a la hora de reformar. Sólo ha habido dos cambios puntuales desde 1978: el de 1992 para permitir el voto de los ciudadanos europeos y el de 2011 para limitar el déficit. La Constitución alemana acumula sesenta reformas desde 1949, mientras que la de Estados Unidos de 1787 cuenta con 27 enmiendas.