La médico de familia que atendió a Teresa Romero, ingresada tras infectarse de ébola, anunció ayer la interposición de una querella por injurias y calumnias contra ésta por haber asegurado, "a sabiendas de su falsedad", que le informó que había cuidado enfermos con el virus. La cuestión no es baladí. Al no haber sospechado la doctora que Romero podía tener ébola se multiplicaron las posibilidades de extender el contagio y se dificultó su recuperación. Desde el primer momento la doctora sostuvo que nunca se lo llegó a decir. El dato sirvió incluso al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, del Partido Popular, para atacar el comportamiento de la auxiliar.

En un comunicado de su abogada, Ana Plaza de las Heras, la doctora explicó ayer que Teresa no la informó "en modo alguno" de esos contactos y que "así consta" en el historial clínico de la paciente que quedó registrado en el centro de salud. También desmiente que le contara que había llegado a alcanzar los 38,7° de fiebre, el umbral a partir del cual debía activarse el protocolo de emergencia. Al no revelarle el antecedente de exposición al ébola, la médico le realizó una exploración física "sin ninguna medida de protección y sin utilizar guantes ni mascarilla". Hasta que días después recibió una llamada del servicio de epidemiología para informarle que "adquiría la condición de contacto de alto riesgo" y pidió ser ingresada.

Nadie había discutido la versión de la doctora. Hasta que, contratado el abogado José María Garzón por la pareja, en la única entrevista que ha concedido la auxiliar hasta ahora, lo llegó a confirmar por tres veces ante las preguntas del periodista, lamentando que "solo" le recetara "paracetamol". Días más tarde, el bufete añadió el dato sobre la fiebre. La pareja ha interpuesto dos demandas contra la Consejería de Sanidad por las que espera obtener 300.000 euros.