Los Mossos d’Esquadra continúan recabando pruebas en la población de Anglès (La Selva) que permitan demostrar que Jordi Magentí es el hombre que asesinó a Marc y a Paula en el pantano de Susqueda. Unas evidencias que se sumarán a la información obtenida durante semanas de estrecho seguimiento -y probablemente también de horas de conversaciones telefónicas intervenidas- que el intendente Toni Rodríguez ya avanzó que acreditaban "sin lugar a dudas" su culpabilidad. Magentí, sin embargo, tiene otra opinión, que se ha encargado de gritar a la legión de cámaras que este martes seguían atentas el registro de su domicilio: "Jo no he fet res! M’estan intentant posar un mort que no he fet!", ha exclamado en catalán. Que un preso reaccione así no es algo frecuente. En el caso de Magentí, además, es nuevo.

Dos reacciones casi opuestas

El 4 de diciembre de 1997 Magentí asesinó a su exmujer, María Josefa García. Todo lo que sucedió entonces contrasta con el crimen de Susqueda. Cuando disparó contra su mujer, Magentí actuó con premeditación. Porque cargó la escopeta de caza y esperó sentado en su coche durante media hora a que llegara la víctima. Cuando apareció Josefa, salió del vehículo y le gritó: "Lo siento". Después, abrió fuego. Cuatro disparos. El último, cuando ella ya estaba en el suelo, boca abajo. Después de rematarla, no intentó ocultar nada. Todo lo contrario. Pidió a los trabajadores de un taller cercano -tal como recogía el diario 'El Punt'- que llamaran a los Mossos. Esperó pacientemente la llegada de la policía y, tres años después, en el 2000, recordó imperturbable aquel suceso frente al jurado de la Audiencia de Girona, que lo terminó condenando a 15 años de cárcel.

El Magentí detenido por matar a los jóvenes de Arenys y de Cabrils se comporta ahora como un hombre distinto. Aprovecha cualquier instante, por inoportuno que sea -como un traslado a un registro judicial- para vindicar su inocencia ante la prensa. Y en Susqueda, instantes después de cometer -presuntamente- el crimen, tampoco actuó como en 1997, cuando facilitó las cosas a los Mossos. Lo que hizo en el pantano fue complicar la tarea de los investigadores tanto como pudo, sumergiendo los cadáveres de las dos víctimas y su Opel Zafira en puntos distintos del embalse -cuerpos y vehículo fueron localizados tras semanas de intensa búsqueda por parte de los buzos-. También escondió el arma del crimen. Durante los registros en Anglès, la comitiva judicial ha encontrado una pistola que el laboratorio de balística del complejo Egara analizará. Pero los policías no otorgan a este hallazgo demasiada relevancia.

No ha sido un caso fácil de resolver para los Mossos. Lo demuestra el hecho de que, a pesar de los dos arrestos -el de Magentí y el de su hijo, por tráfico de marihuana-, las pesquisas siguen bajo secreto de sumario. Los agentes, además, apurarán las 72 horas de detención policial que prevé la ley y padre e hijo no pasarán a disposición judicial hasta el jueves. Durante estos tres días, los investigadores están llevando a cabo inspecciones maratonianas de dos domicilios: el de la madre de Magentí (en la calle de El Forat d’en Canyo) y el de su tío, Can Cuixa (en el número 1 del Carrer Nou). También escudriñan dos huertos de su propiedad. Son terrenos en los que tiene un corral con dos gallinas, una plantación de hortalizas y un pequeño establo vacío en el que guarda herramientas para labrar.

Sin móvil confesado

Magentí explicó en el juicio del 2000 que mató a Josefina porque descubrió que la mujer intentaba rehacer su vida con otro hombre después de divorciarse de él. Según razonó, Josefa tenía derecho a enamorarse de nuevo pero no a hacerlo "con mentiras". Para las muertes de Marc y a Paula no hay ninguna explicación. Ni siquera una tan cruel como la que esgrimió ante el jurado de Girona. Magentí no conocía a la pareja del Maresme. Según algunos testimonios, que relataron a los Mossos que habían oído disparos durante la tarde del 24 de agosto -cuando se supone que fueron asesinados los dos jóvenes-, Magentí tuvo que cruzarse con Marc y Paula cerca de un lugar conocido con el nombre de la Font del Borni, en una orilla del pantano. ¿Qué ocurrió para que Magentí terminara disparando contra ellos? ¿Por qué ocultó los cuerpos añadiendo así un dolor injustificable a las familias?

Tal vez la respuesta se halle en que el Magentí de 1997, según decía, estaba tan deprimido que había intentado suicidarse varias veces. El del 2018, en cambio, planeaba huir a Colombia junto a su segunda esposa.

El trabajo de los Mossos debe demostrar que el Magentí de ahora está mintiendo. Porque, en realidad, nunca ha odiado las mentiras. A su mujer la mató, como tantos otros, porque pensaba que era suya.