No fue hasta el final de su mandato cuando la exalcaldesa de Madrid Ana Botella se tomó algo en serio la salud de sus conciudadanos y aprobó un protocolo para episodios de alta contaminación que, sin embargo, nunca llegó a aplicar. Tuvo que ser su sucesora Manuela Carmena quien no solo empezó a activar por vez primera las restricciones sino que endureció sus términos hasta el punto que en el momento más crítico, el 26 de diciembre del año pasado, llegó a prohibirse la entrada en Madrid del 50% de los vehículos según tuvieran la matrícula par o impar.